sábado, 22 de enero de 2011

Cartas a la Reina de Corazones 7: Sabla Wangel


Reina:


Etiopía es, con mucha probabilidad, el lugar donde surgió la raza humana. Los restos más antiguos de homo sapiens que se conocen a la fechan proceden justamente de esta nación. El mítico Reino de Saba, mencionado en la Biblia, identificado como Etiopía, Según la leyenda, fue Menelik, hijo del rey Salomón y de la reina de Saba (Saba Dios como se llamaba) el fundador del Imperio Etíope. Los egipcios la conocieron con el nombre de Punt y de ahí se proveían de inciensos, ébano, piedras preciosas, marfil y esclavos. Ya te platiqué como la reina-faraón Hatshepsut organizó una célebre expedición a estos lugares.

El primer estado conocido que puede ubicarse con certeza en la actual Etiopía es el imponente y duradero Reino de Aksum, fundado en el siglo III A.C. por cerca del por gente que llegó de Arabia. Seis siglos más tarde el cristianismo fue introducido por el monje sirio Frumencio, quien logró la conversión el rey Ezana. Como consecuencia de esta temprana conversión la Iglesia etíope procede de la iglesia copta de Alejandría a la cual se mantiene fiel hasta hoy en día. La iglesia copta se caracteriza por sostener una visión teológica monofisita, la cual sostiene que en Jesús sólo está presente la naturaleza divina, pero no la humana. Por eso se dice también que los coptos cooptaron a los etíopes. Aksum decayó acosado por el crecimiento el Islam en la zona, que arrinconó por siglos a los etíopes en la zona sur del país.

En el siglo XIII se estableció en Etiopía llamado Zagüe, el cual fue breve pero que restauró al cristianismo en la mayor parte del territorio y, sobre todo, porque durante su reinado se excavaron las celebérrimas iglesias rupestres de Lalibela. El último rey Zagüe fue destronado por el cabecía Yekuno Amlak, que presumía ser descendiente directo de los reyes de Aksum y restauró la denominada "dinastía salomónica", que así se llamaba porque se proclamaba heredera de Salomón y la Reina de Saba. De estos momentos data también el título de negus negusti, rey de reyes o emperador, que distinguió al soberano de Etiopía hasta el derrocamiento de Haile Selassie en 1974. Y fue justo a finales del siglo XV que Etiopía comenzó a ser visitada por exploradores portugueses, muchos de los cuales creyeron haber encontrado en Etiopía el legendario reino del Preste Juan. A principios del siglo siguiente, el emperador etíope envió a la corte de Portugal a un emisario para solicitar la ayuda del monarca contra los musulmanes, que acosaban a su reino cristiano. Etiopía había sido invadida por un ejército musulmán procedente del Reino Adal, ubicado en la actual Somalia. Los musulmanes eran encabezados por su adalid Ahmad Ibn Ibrahim “El Zurdo” y eran aliados del Imperio Otomano. El negus Lebna Dengel (o David II) fue derrotado y se convirtió, junto a su valiente esposa Sabla Wangel, en un fugitivo, vagando por años de una ciudad a otra hasta que muere en combate en 1540. Ante tan caótica situación, la resistencia etíope decide ungir en el trono a la emperatriz a Sabla Wangel. A partir de entonces comenzó la reconquista del país. Sabla negoció hábilmente con Portugal una alianza y en 1541 llegó a Etiopía, procedente de la India, una flota portuguesa, que transportaba una fuerza de 400 mosqueteros bajo el mando de Cristóbal da Gama, hijo del famoso explorador Vasco da Gama. Los etíopes recuerdan aún hoy con orgullo la forma como la emperatriz Sabla Wangel, sentada sobre una mula, pasó revista a los 400 soldados de Cristóbal da Gama. Corría 1541.

Sabla participó en numerosas batallas, ayudando a los heridos, destrozando sus vestimentas para confeccionar vendas. En 1543, sus fuerzas y las de los portugueses derrotaron y mataron a Ibrahim. Los hijos de Sabla continuaron la dinastía, pero ella mantuvo su influencia política. Sabla Wangel gobernó sabiamente fortaleciendo al país y extendiendo sus fronteras. Con ella florecieron el comercio, la cultura y las artes e imperó en el reino etíope la tolerancia religiosa entre coptos y católicos. Puede decirse que gracias a su sabiduría y a la de sus sucesores se establecieron los cimientos de la época de oro del Imperio Etiope, el cual conoció su cenit bajo el reinado de Fasalidas el Grande (1632-1667).

Sabla no fue la única reina importante en la vastísima historia etíope. Ya hablaremos de algunas otras. A pesar de ello, actualmente Etiopía es un país que mantiene subyugadas a muchas de sus mujeres en condiciones infrahumanas. Una buena cantidad de mujeres etíopes son prácticamente esclavas que deben caminar muchos kilómetros para recolectar agua o madera. Hay jóvenes transportan hasta 60 kilos de piedras y arena a la espalda para construir una presa y reciben a cambio un salario pagado en harina, empleadas en la selección de los granos de café -un producto que representa casi el 60% de las exportaciones nacionales y del que vive aproximadamente un 25% de la población- y limpiadoras de incienso, que no perciben remuneración alguna hasta que no tratan una tonelada de dicho producto, algo que por otra parte les lleva una media de 45 días con jornadas laborales de más de 10 horas. Todas ellas son hoy esclavas en un país que fue de reinas.

Tu Oso

Cartas a la Reina de Corazones 6: Hatshepsut, faraona de Egipto

Reina:


Aunque habíamos quedado de que en estas cartitas de Domingo de Reina hablaríamos sobre todo de monarcas femeninas africanas relativamente desconocidas, hoy quiero romper un poco esta regla para hablarte de una de las más destacadas gobernantes de todos los tiempos. Nos remontaremos para ello muy lejos en el tiempo hasta el apogeo del antiguo Egipto, ni más ni menos que a su XVIII Dinastía (hubo en total XXX), cuando esta civilización conoció como nunca antes de riquezas y de glorias militares y cuando el faraón Tutmosis I y su reina principal, Amosis, trajeron mundo una hijita hermosa que se llamó Hatshepsut, quien desde chiquita fue muy, pero muy inteligente. Se distinguía por ser asaz observadora. Siempre se podía ver sus ojitos escrutadores muy atentos a lo que hacía su padre el faraón, quien fue uno de los grandes dirigentes del antiguo Egipto. Hatshepsut creció entre tres hermanos, dos de los cuales murieron antes que su padre dejando a un tercer hijo junto a ella. Este tercer hijo de Tutmosis I se llamó Tutmosis II, sin embargo, este era aún muy joven para reinar en Las Dos Tierras, el Alto y Bajo Egipto. Para darle una posición más firme a Tutmosis II ante la muerte de su padre, éste fue desposado con Hatshepsut para que ambos tomaran el trono de Egipto. Sí, en Egipto era común la boda entre hermanos. Y es que el faraón estaba muy impresionado por la inteligencia de su hija. De esta manera fue que se pavimentó el camino para que, dentro de las treinta dinastías que existieron en la dilatada historia del antiguo Egipto, hubiese una excepción en la que una mujer tomó el título de faraón; fue precisamente Hatshepsut, la observadora, primera mujer que conquistó el título de faraón.



Tutmosis II realizó campañas militares en los territorios extranjeros y sus éxitos más importantes tuvieron lugar en Nubia y Siria. Con Hatshepsut tuvo una hija llamada Ranofru. De Isis, una concubina de Tutmosis II, nació un niño que se le dio el nombre de Tutmosis III. Entonces, de forma inesperada y pese a que Tutmosis II parecía tener mucha energía, el faraón murió joven. Gobernó 14 años. Antes de su muerte designó a su hijo Tutmosis III a llevar en sus hombros la responsabilidad de reinar en el imperio más poderoso de la tierra, pero era un niño cuando se le entregó esta responsabilidad. Por eso la corte consultó a los dioses que debían hacer, la respuesta fue categórica: Hatshepsut debía acompañar al nuevo rey en un período de corregencia. De esta forma esta que fue una chamaquita tan observadora ascendió al trono en el año 1479 A.C.



Se hizo cargo del imperio por tres décadas mientras su hijastro, Tutmosis III, que se distinguió por ser un extraordinario comandante y estratega militar, dirigía el ejército. Extendió las fronteras egipcias hasta lugares lejanos. Logró la mayor extensión del imperio de todos los tiempos. Ella estaba contenta con la situación pero Tutmosis no lo estaba tanto ya que originalmente él había sido quién debía gobernar según su padre. Pero no tenía más opción que dar un golpe de estado para recuperar el trono o esperar a que Hatshepsut muriera. Su elección fue la segunda, quedándose él en el ejército mientras seguramente recordaba que era mucho más joven que ella por lo que algún día él sería el nuevo faraón.



Hatshepsut desempeño un eficaz gobierno que impulsó la industria y la agricultura. Uno momento culminantes de su reinado fue la expedición a las tierras de Punt (hoy Somalia), de donde llevó a Egipto variedades de plantas que adaptó a su clima. También se dedicó a la construcción de monumentos, muchos de los cuales aún pueden verse en casi toda su magnificencia. Su principal arquitecto fue Sen en mut, enigmático personaje que desde siempre ha generado muchas especulaciones entre los Egiptólogos. Se sabe que era de origen humilde ya que sus padres eran simples plebeyos. Empezó por ser el mayordomo de Hatshepsut pero muy prontamente fue ganando méritos y a la par iba siendo ascendido de cargo hasta el punto que tuvo mucho poder en el reinado de la reina-faraón. Sin suda fueron amantes. Recibió los cargos de arquitecto en jefe, supervisor de obras, supervisor de los graneros y de los tejedores de Amón. Todo este camino recorrido por Sen en mut no era nada fácil y mucho menos si recordamos que venía de entre los plebeyos. El monumento más impresionante ordenado por Hatshepsut fue su templo funerario, uno de más hermosos y singulares de todo el mundo. Tuve la oportunidad de conocerlo. Está ubicado detrás del Valle de los Reies en lo que hoy se conoce como Deir al Bahari. Se encuentra relativamente al lado del templo de Mentuhotep I e inspirado en éste se construyó el de Hatshepsut. Está dedicado principalmente al dios (m) Amón pero también -en una escala menor- a Hator y a Anubis, el perrito. La reina-faraón también ordenó la construcción de los bellos obeliscos de Karnak (qué también conozco, je, je).



Tras alrededor de 29 años de reinado, Hatshepsut muere. No se sabe como sucedió, si fue una muerte natural o no. Simplemente se sabe que al ella morir, Tutmosis III finalmente subió al trono. También se llega a creer que Tutmosis tuvo algo que ver en su muerte pero esta teoría tampoco encuentra las pruebas suficientes para asegurarlo. Lo cierto es que después de la muerte de Hatshepsut fueron destruidas muchas de sus imágenes y se borró el nombre de esta gran reina-faraón de los monumentos. Para ser inmortales los egipcios necesitaban que su nombre se repitiera y no se perdiera en el olvido y borrar el nombre era condenarla al olvido, por eso Hatshepsut debía ser borrada de la historia egipcia y de hecho, esto se hace evidente cuando se le omitió en la lista de reyes hecha en tiempos de Seti I y Ramses II en la Sala de los Antepasados del templo de Abidos durante la XIX Dinastía. Pero los muy tarugos cometieron un error: sus monumentos fueron enterrados con el fin de olvidar ese período “vergonzoso”, pero lo que en realidad se logró con esto es que irónicamente a la idea de borrar toda su memoria se conservó de una manera muy satisfactoria: la arena protegió estos monumentos como nada lo hubiera podido lograr. Por eso es que hoy más que nunca, Hatshepsut, La Primera de las Mujeres Nobles como la traducción de su nombre lo indica, figura entre los monarcas más importantes de toda la historia egipcia.

Cartas a la Reina de Corazones 5: Ranavalona I de Madagascar


Reina:


Hasta ahora hemos abordado en estas cartas a reinas heroicas y valientes que han encabezado una férrea resistencia armada de sus pueblos en contra del imperialismo europeo. La reina de hoy también supo defender a su tierra del expansionismo occidental, pero utilizando métodos muchos más crueles e incluso perjudicando considerablemente a su propio pueblo. Los historiadores occidentales la han llamado con epítetos tales como “la Calígula Hembra”, “la Maria Sangrienta de Madagascar (en recuerdo a Bloody Mary, aquella cruel reina británica) y la “moderna Mesalina”, pero sus paisanos tienen un recuerdo de ella más condescendiente aunque, como te digo, también se ensañó con la población indígena. Se trata de la reina Ranavalona I de Madagascar, cuyo kilométrico nombre completo fue Rabododoandrianampoinimerina, de a cuerdo a la costumbre que tienen en este exótico país de ir incluyendo los nombres de los antepasados a los apelativos de la gente. Nació en 1782 en Antananarivo y fue Reina de Madagascar desde 1828 hasta 1861 tras suceder a su marido, Radama I muerto en extrañas circunstancias: envenenado y con el casi seguro concurso de su tierna esposa. A parir de ese momento Ranavalona impuso un terrible reino de terror aunque, te repito, muchos africanos, especialmente la gente de Madagascar, no comparten este punto de vista y mientras reconocen que el suyo fue un régimen autocrático, también la ven como una gobernante que se resistió bravamente a la invasión económica y cultural extranjera.

Mujer diminuta y de mediana edad, lo primero que hizo tras ser coronda reina fue invalidar todos los tratados internacionales que había firmado su esposo con las potencias extranjeras y expulsó de la isla a los no nativos. Los que peor lo pasaron fueron los cristianos. En torno a 1835 movilizó un ejército para perseguirlos. Todos los misioneros fueron pasados a cuchillo y el ejército malgache (que es el gentilicio de Madagascar) ejecutó a todos los que llevaran una biblia o profesaran la fe cristiana en público fueran blancos o negros. Se calcula que alrededor de 150 mil cristianos murieron a manos de Ravalona. Pero la cosa no quedaba ahí, a Su Majestad le encantaba torturar a los reos. Uno de sus métodos preferidos era atar al cautivo a la boca de un pozo y hacer que sus soldados tiraran agua hirviendo, de forma que el líquido fuera subiendo y escaldara vivo la víctima. Los adversaros políticos y aquellos que infringían las draconianas leyes impuestas por la reina no lo pasaron mejor que los cristianos: eran obligados a beber toda clase de venenos que la reina preparaba personalmente, y es que Ranavalona era una fanática de los venenos. Mandaba buscar por su reino las plantas y hongos más mortíferos para elaborarlos ella misma. También obligaba a los reos veneno a nadar en aguas infestadas de cocodrilos. Incluso omitió mostró clemencia con el ejército de esclavos a su servicio. Por pura diversión, una vez eliminó a 10,000 de ellos en una sola semana de festejos dizque pa’ amenizar la pachanga, que se le estaba haciendo muy aburrida. También forzaba a sectores de la población que no simpatizaban con ella a trabajar hasta la muerte en minas y campos, mientras que poblaciones enteras fallecieron de hambre como castigo a alguna impertinencia.

Hay quienes calculan que casi la mitad de la población de Madagascar falleció víctima de la vesania de esta reinita, mientras ella disfrutaba de un estilo de vida excéntrico y disoluto. Se mandó construir un hermoso palacio de la que todavía hay restos. También, por decreto, se consideró a sí misma como una diosa encarnada. Hay un estupendo libo de un autor británico llamado Keith Laider en donde cuenta la fascinante historia de este insólito reinado. En un párrafo de esta obra describe la forma en la que fueron ejecutados unos cristiano: “Los siete cristianos se mantenían en pie unidos bajo el brillante sol, amarrados con fuertes sogas, cantando un himno a su salvador extranjero mientras los lanceros avanzaban. a su alrededor, una muchedumbre de hombres, mujeres y niños, más de sesenta mil, se abría paso a empellones.., aclamaban con entusiasmo cuando las lanzas daban en el blanco y, uno tras otro, hombres y mujeres caían retorciéndose en la tierra arenosa, y su himno se apagaba lentamente sobre los cuerpos que aun se retorcían. En una colina varias cruces se mantenían en alto como mudos testigos, portando sus lúgubres cargas, algunas aun vivas a pesar del día y medio que habían colgado sobre los maderos”

Obviamente, con tanta atrocidad la isla se sumió en el aislamiento. En 1845 una misión anglofrancesa intentó poner fin a aquel reinado de terror, pero fracasó. Tras esta intentona estaba su propio hijo , que pidió a Francia su intervención para terminar con el demencial gobierno de su mamaíta. Las puertas de Madagascar no se abrirían hasta 1861, cuando falleció la reina tranquilamente en su cama. Su hijo, Radama II reinó competentemente y su reinado suplió en alguna medida aquel desastre, pero en Madagascar no se olvidará el gobierno de la reina más sangrienta del siglo XIX.

Según informa el Atlas de The Onion, la comunidad de lémures ocupa el poder político de la isla de Madagascar desde 1965, año que ganaron la mayoría en el parlamento.

Te ama y te extraña mucho tu Osito, a quien se le ve triste y desconcertado

jueves, 13 de enero de 2011

Pedro Aguirre ensayo para el Libro “La Gobernabilidad Democrática en México” (INAP, 2000)




El Senado como Factor de Gobernabilidad Democrática en México
Pedro Aguirre

“Si tuviésemos una cámara baja perfecta, la presencia de una cámara alta sería inútil. Pero reconozcamos que este es un ideal que no se cumple”.

Walter Bagehot

I.- Introducción: la reforma de las cámaras altas

En los últimos lustros han surgido en diversos países tanto federales como unitarios y tanto parlamentarios como presidenciales iniciativas para la reforma de las cámaras altas, en algunos casos como parte de una reforma integral del sistema de gobierno y en otros con el propósito de reforzar la autonomía de regiones y provincias.

El tema de la reforma del Senado ha sido causa de enconadas polémicas en varias democracias consolidadas. El Reino Unido ha reformado las formas de integración de la Cámara de los Lores, auténtica reminiscencia de la Edad Media, como consecuencia de la urgente necesidad que tiene esta nación de transformar sus instituciones políticas. En España, Canadá, Francia e Italia se debate actualmente sobre las formas de reforzar el papel institucional del Senado ante el creciente poder que han cobrado las corrientes regionalistas. También en Japón y Bélgica la cámara alta ha experimentado modificaciones trascendentes. Asimismo, el debate no es menos intenso en varias naciones de democratización reciente. Reformas para reforzar el papel de las cámaras altas han sido efectuadas en Rusia, Polonia, Argentina y Brasil, mientras que la discusión de ideas alrededor del tema se mantiene en Chile, Indonesia, Uruguay, Sudáfrica, Paraguay y Rumania, por citar sólo algunos casos. LINK PARA EL TEXTO COMPLETO DEL LIBRO:

http://www.inap.org.mx/portal/images/RAP/28%20la%20gobernabilidad%20democrtica%20en%20mxico.pdf

Ensayo para el VII Congreso Latinoamericano de Derecho Constitucional (Link)



Hacia una Ley Federal de Partidos Políticos en México
por Pedro Arturo Aguirre Ramírez

Se ha desatado en México una fuerte polémica sobre la necesidad de regular mejor al sistema de partidos, una vez que régimen político ha ingresado a la plena competitividad electoral. Muchas opiniones señalan que nuestros partidos resultan ser demasiado onerosos y que, de hecho, algunas organizaciones son auténticas “patentes de corzo” en beneficio exclusivo de dirigentes irresponsables y cínicos que hacen fabulosos negocios a costa del erario público. En este sentido, no han faltado las opiniones de quienes demandan hacer aún más difíciles las condiciones que la ley electoral impone al registro de nuevos partidos, así como recortar.....Link:
http://pdba.georgetown.edu/Parties/Mexico/Leyes/LeyGeneral.pdf

Artículos de Pedro Aguirre en Bucareli Ocho...


...premiados por la FUNDACION FRIEDRICH EBERT, Representación en México en el concurso "Premio de la Fundación Friedrich Ebert a Periodistas Mexicanos" del año 2001en la categoría Medios Impresos, publicado sen la Revista Semanal BUCARELI OCHO (EL UNIVERSAL) en el transcurso del año 2001, en la página "Europa adentro".


Serie de 9 Artículos:


El Orgullo de Ser Alemán


La Identidad Socialdemócrata

El Gran Debate Europeo

La Desaceleración Alemana


¡Corrupción en Alemania!


Capital Roja


La Paranoia Llega a Alemania


Alemania Va a la Guerra

El Liberalismo Alemán




El Orgullo de Ser Alemán
por Pedro Aguirre

Un debate, completamente inusual considerado desde los parámetros de cualquier otra nación del mundo, acaba de verificarse en Alemania respecto al tema del orgullo nacional. A principios del pasado mes de marzo, el ministro del medio ambiente, el político verde Jürgen Trittin, provocó una tormenta al declarar que el secretario general de la democracia crisiana, Laurenz Meyer, tenía la mentalidad de un skinhead (cabeza rapada) por haber declarado estar orgulloso de ser alemán Desde luego, las imprudentes declaraciones de Trittin fueron recibidas por una ola de severas críticas, al grado de que el ministro tuvo que disculparse al tiempo que la democracia cristiana demandaba su inmediata renuncia al cargo. Sin embargo, la polémica profundizó días después cuando, ni más ni menos, el presidente de Alemania, el socialdemócrata Johannes Rau, se negó a declarar abiertamente su orgullo de ser alemán al afirmar que "puedo estar agradecido, pero no orgulloso, de ser alemán. Orgullo sólo se puede tener cuando se ha obtenido algo por mérito propio". En Alemania, el presidente desempeña un papel ceremonial y es visto como la conciencia moral de la nación. Al no declarar abiertamente su orgullo germano, la derecha no tardo en dudar del derecho de Rau a presidir sobre una nación de más de 80 millones de habitantes.

Por su parte, al ser presionado por la prensa conservadora para que expresara su opinión sobre el tema, el siempre cuidadoso canciller Schröder logró conciliar la postura del presidente con el del "orgullo sano" al declarar: "estoy orgulloso de los logros del pueblo y de la cultura democracia alemana. En este sentido, soy un patriota alemán orgulloso de su país". Asimismo, Guido Westerwelle, secretario general del Partido Liberal, reconoció estar legítimamente orgulloso de ser alemán y añadió "no permitamos que sea la turba neonazi o los skinheads quienes definan por nosotros que significa orgullo nacional".

Por décadas, tras la Segunda Guerra mundial, los políticos alemanes han evitado hacer declaraciones públicas sobre el "orgullo germano". Demasiado cercanos estaba el recuerdo del nazismo y de los campos de concentración como para exhibir expresiones que remitieran al nacionalismo exacerbado de Hitler y su banda de criminales. Sin embargo, tras la reunificación del país se ha intensificado una debate sobre la validez de poseer y expresar un legítimo orgullo que, a final de cuentas, es perfectamente normal en cualquier otra nación. La clase política de Alemania esta dividida actualmente entre quienes piensan que el país debe desempeñar un rol fundamental en el proceso de integración europea y que, por ello, un orgullo nacional demasiado arraigado sería estorboso, y quienes están convencidos de que el país debe superar su turbio pasado y declarar válidas las expresiones de nacionalismo "moderado, respetuoso y responsable".

Una discusión, que por cierto no es nueva. Ya desde el origen mismo del anhelo nacional alemán el filósofo Johann Gottlieb Fichte escribió en sus Discursos a la Nación Alemana (compuestos durante la resistencia alemana a la ocupación napoleónica) "Reconozcamos que el mejor sentimiento nacional alemán debe incluir la idea cosmopolita de humanismo supranacional, de tal forma que se considere "antialemán" tratar de ser únicamente alemán". Pero tras la derrota de la revolución democrática de 1848, Alemania debió ser unificada "a sangre y hierro" por Bismarck. El ímpetu imperial prusiano impuso su regla y, con ello, el nacionalismo alemán se revistió de connotaciones militaristas y francamente reaccionarias, que dieron lugar a que elementos chauvinistas, antidemocráticos y antisemitas fueran fundamentales en la consolidación y desarrollo del Reich alemán.

"La estupidez y el orgullo suelen ser dos ramas del mismo árbol". Esta genial frase de Schiller debería ser recordada ahora que la derecha atiza el fuego de la polémica nacional con el propósito de recuperar terreno en las urnas. Lo cierto es que, paradójica y venturosamente, a causa de su historia la Alemania contemporánea, democrática y pujante, es la única que tiene la posibilidad de marcar distancias frente al obsoleto concepto de "orgullo nacional" que tanto estorba a británicos y franceses en el ejercicio de un liderazgo genuinamente eficaz frente al resto de Europa.

La Identidad Socialdemócrata

por Pedro Aguirre

A raíz de la aparición de la tercera vía y del viaje al centro que efectuó la izquierda europea en los años noventa como fórmula inapelable para poder volver al poder, muchos analistas hablaron de una irremediable y quizá irreversible pérdida de identidad de la socialdemocracia internacional, señalando que esta opción política había quedado obsoleta y que su nueva imagen constituye, en el mejor de los casos, una versión atenuada del neoliberalismo. Sin embargo, el gobierno alemán que encabeza el socialdemócrata Gerhard Schröder, quien maneja su propia versión de la tercera vía bajo el lema “die neue mitte” (el nuevo centro), acaba de demostrar que aún es posible defender una genuina identidad socialdemócrata en estas épocas de globalización. A principios de mes, la administración de Schröder presentó un proyecto de ley para modernizar uno de los principales baluartes ideológicos de la socialdemocracia: el denominado “régimen de cogestión empresarial”, que le permite a los empleados influir en la administración de las empresas en las que trabajan, y que fue promulgada en 1972 durante el gobierno del gran santón de la socialdemocracia internacional, Willy Brandt.

La nueva ley agiliza y eficienta la formación de los comités de cogestión en las empresas al tiempo que extiende su influencia en la toma de decisiones fundamentales. Algunas polémicas concesiones a los sindicatos, sin embargo, fueron eliminadas tras intensas negociaciones en el seno mismo del Gobierno. Cabe decir que la resistencia presentada a la reforma por parte del sector patronal fue feroz, y que su portavoz dentro del gobierno fue al único ministro independiente que trabaja dentro de la actual coalición gubernamental alemana: Werner Müller, ministro de Economía y ex ejecutivo de la compañía eléctrica Veba, Quien logró atenuar la ley frente a las posiciones un tanto más radicales del ministro de Trabajo, el socialdemócrata y ex sindicalista Walther Riester.

Así, en las compañías con menos de 2,000 empleados los integrantes de los comités de empresa ya no serán tantos como quería Riester, ni será obligatoria la constitución de un gremio central en el caso de grupos económicos que concentren bajo su manto a varias empresas. Tampoco será posible conformar un comité de empresa por votación rápida sin que ello cuente con la aprobación de buena parte de la plantilla laboral, ni la dirección de la empresa tendrá que consultar siempre con este gremio planes de reorganización laboral que afecten a los empleados, según se preveía en el proyecto inicial. El proyecto incrementará la influencia de los comités de empresa en temas como la capacitación, las reducciones de personal, las garantías a la igualdad de géneros y la protección del medio ambiente. A cambio de estas concesiones, Müller ha tenido que aceptar que empresas con más de 200 empleados liberen de sus tareas profesionales a al menos un integrante del comité.

Junto a otras disposiciones, esta medida podría acarrear a las empresas costes de 2,700 millones de marcos, según cálculos de un instituto de investigación económica afín a las patronales. Sin embargo, pese a las críticas del sector patronal, pocos niegan en Alemania las ventajas del régimen de cogestión, gracias al cual se solventó, como en pocos países, el cambio estructural que experimentó la industria automovilística alemana en los años noventa. En grandes compañías como Volkswagen, por ejemplo, los comités de cogestión tienen casi el 50% de los votos en los consejos de vigilancia.


El Gran Debate Europeo
por Pedro Aguirre

Hacía años que el debate sobre el futuro de la Unión Europea no alcanzaba tanta intensidad e interés. De repente, durante las últimas semanas, los grandes temas de la integración han saltado a primer plano, impulsados que por los dirigentes políticos de los dos grandes países que forman el eje del proceso de construcción europea: Alemania y Francia.

El proceso de construcción europea ha sido un singular proceso político, permanentemente en tensión entre quienes creen que es el resultado del fracaso de una idea que debió llevar a Estados Unidos de Europa y los que piensan que basta con que se dedique únicamente a una simple labor de cooperación intergubernamental. Desde que nació, tras la II Guerra Mundial, la integración europea ha creado sus propias reglas y ritmos, sin parecerse a ninguna otra institución internacional y funcionando de una manera sin equivalente en la historia de la política internacional.

Alemania propone que la Unión Europea promulgue una Constitución propia y que la Comisión actúe como un auténtico gobierno europeo, a la vez que sugiere la creación de una Cámara alta para el Parlamento Europeo, que asumiría las funciones que hoy tiene el Consejo de Ministros. Así, las instituciones europeas funcionarían bajo un esquema federal similar al vigente hoy en Alemania. Pero Schröder plantea también la conveniencia de que los Estados recuperen competencias sobre políticas regionales y estructurales, lo que pondría en entredicho el actual sistema de solidaridad europea de la Política de Cohesión, uno de los pilares de la actual Unión, así como la onerosa Política Agraria Común. Asimismo, Schröder exige que se establezca claramente qué temas son competencia exclusiva de la UE, cuales corresponden a los Estados miembros y cuales a los estados, regiones y autonomías dentro de cada país. Desde el punto de vista alemán, es mucho más útil transferir a la Unión Europea competencias relacionadas con la defensa, seguridad, lucha contra el crimen organizado y la inmigración y derecho de asilo, que actualmente dependen en mayor medida de cada gobierno nacional, que los fondos de solidaridad.

La respuesta francesa dejó claro que su modelo de Europa rechaza el federalismo y recoge su fuerte tradición nacionalista. Como ya hizo en los años cincuenta, Francia bloqueará la construcción de una auténtica federación europea. Pero al mismo tiempo, estará dispuesta a impulsar políticas comunitarias avanzadas en lo relacionado con la economía y los capítulos sociales, algo que suscita la simpatía de países más pequeños, como los nórdicos. Europa, afirma Jospin, va a adquirir con la ampliación tamaño y recursos como para convertirse en un polo de atracción dentro de la globalización. Y debe hacerlo con un modelo propio, que equilibre la actual hegemonía dominante norteamericana.

La discusión franco-alemana ha sido acogida con entusiasmo en toda Europa no sólo porque resulta intelectualmente apasionante, sino también porque abre las puertas a un debate político realista para definir las cuestiones clave que definirán el futuro del viejo continente una vez que la Unión Europea lleve a cabo la ampliación e ingresen 12 nuevos países, casi todos ellos del Este. ¿Estará Europa más o menos unida? ¿Habrá más coordinación entre los gobiernos? ¿Cuajará, por fin, el establecimiento de una Política Exterior y de Seguridad Común? ¿cómo se decidirán los asuntos relacionados con la economía, los derechos sociales y las políticas de solidaridad?


La Desaceleración Alemana
por Pedro Aguirre

La desaceleración de la economía global afecta de manera notable a Alemania, país considerado como la "locomotora" de la Unión Europea, estropeando muchos de los buenos augurios que los economistas habían hecho sobre las perspectivas a futuro de esta nación y poniendo en peligro las perspectivas electorales del actual gobierno de coalición socialdemócrata-verde encabezado por Gerhard Schröder, algo que hasta hace unos pocos meses parecía increíble.

La tasa de crecimiento económico de Alemania enfrenta la posibilidad de alcanzar solamente un 1.2% para este año, quedando muy corta respecto al 3% registrado en 2000. El índice de confianza empresarial, uno de los indicadores más importantes del rumbo económico del país, ha caído en el transcurso del último año, sin que se presenten aún síntomas plausibles que den lugar al optimismo. Después de haber conocido un buen arranque al iniciar 2001, la producción industrial cedió en marzo y abril. El número de quiebras empresariales se encuentra en máximos no vistos desde 1996, y la consecuencia podrían ser 540,000 nuevos desempleados al terminar el año. Por último, destaca la aguda crisis de la industria de la construcción, afectada de manera significativa por las constantes alzas en las tasas de interés bancarias.

Esta desaceleración es particularmente decepcionante por el hecho de que hace apenas un año el panorama económico alemán era muy prometedor, aderezado con una exitosa política de moderación salarial en marcha, la histórica aprobación de una reforma fiscal y un favorable entorno internacional. Sin embargo, el alza de los precios del petróleo, y, unos meses más tarde, la crisis de las vacas locas, primero, y de la fiebre aftosa, después, provocaron el ascenso de los precios de los alimentos, los derivados del crudo y las tarifas de servicios. Los precios comenzaron a subir hasta niveles no vistos desde la recesión de 1993. En Mayo, las autoridades hicieron el insólito anuncio de que la inflación había llegado al 3.5%.

Otro factor que ha provocado irritación reside en el hecho de que este "atorón" alemán se da justo cuando el país explotaba como nunca antes su vocación exportadora. El año pasado, Alemania se convirtió en el segundo mayor exportador del mundo, por detrás de Estados Unidos y por delante de Japón. Se batieron todas las marcas al vender bienes por valor de 1,167 billones de marcos, un incremente de 17% respecto a 1999. El sector exportador ha evolucionado bien en los primeros cuatro meses del año, aumentando sus ventas en un 11.6% en el bimestre marzo-abril, frente al mismo periodo del año anterior, según el Ministerio de Finanzas. El problema es que se prevé la contracción de los pedidos industriales provenientes del extranjero: un descenso del 5.9% en el bimestre marzo-abril.

Con la economía desacelerándose, la principal víctima será la lucha contra el desempleo. El Gobierno difícilmente podrá cumplir su solemne promesa de reducir hasta 3.5 millones el número de parados hacia final de su mandato, en otoño del 2002. Los asesores económicos de Schröder mantienen cruzados los dedos para que el Banco Central Europeo (BCE) vuelva a bajar pronto las tasas de interés. Las esperanzas, asimismo, están puestas en que la recuperación de la economía estadounidense sea rápida, y la moderación de los índices inflacionarios, ya insinuada con una caída hasta el 3.1% en junio, sea duradera. De cumplirse estos dos presupuestos, la inmensa mayoría de los analistas cree que Alemania podrá salir airosa de la actual coyuntura, ciertamente no alcanzando el 2% de crecimiento para este año que el Gobierno se ha impuesto como meta, pero sí con una base estable para iniciar una sólida recuperación el año entrante.

Si se perpetúa, la desaceleración de la economía alemana tendría graves consecuencias para toda Europa. La economía alemana representa cerca de un tercio del producto interior bruto de la zona euro. Si entrase en recesión, sus compras en el extranjero caerían drásticamente. Entre enero y abril de este año, Alemania todavía importó de sus socios en la zona euro bienes por 186,700 millones de marcos (con un crecimiento del 11.3% interanual), según la Oficina Federal de Estadística, pero cifras a la baja pueden ya considerarse inminentes. Sin el vigor de su "locomotora", la Unión Europea podría ver empeoradas sus perspectivas económicas, dando lugar a nivel internacional a un peligroso "circulo vicioso" que pondría a la economía internacional en un peligroso trance.

¡Corrupción en Alemania!
por Pedro Aguirre

Sí, por increíble que a algunos pueda parecerles, la sombra de la corrupción se extiende por Alemania. Primero se trató del escándalo sobre el financiamiento ilegal que recibió la Unión Demócrata Cristiana en la era de Helmut Kohl, y que tanto prestigio costó al otrora popular artífice de la reunificación alemana. Más tarde, en el transcurso de los últimos dos años, han salido a la luz una serie de escándalos que involucran tanto al gobierno como al sector privado, y que son dignos de cualquier nación del centro de Africa. En una entrevista reciente otorgada al periódico Die Zeit, Henry Le Floch-Pringent, ex presidente de la empresa Elf, condenado a tres años y medio de cárcel en Francia por problemas de corrupción, decía que mientras creyó que Alemania era incorruptible su compañía no pudo hacer negocios en este país, pero que las cosas cambiaron cuando aplicó los mismos procedimientos que habían reportado buenos resultados en África: comprar a los políticos. Mediante este método consiguió comprar Leuna, la mayor refinería de la antigua RDA. Desde luego, que la nación motor de la economía europea pueda calificarse de país "africano" debería preocupar no sólo a los alemanes.

Según Transparencia internacional, la importante asociación civil que año con año califica el nivel de corrupción en 91 naciones del mundo, el ranking de Alemania ha bajado constantemente en los últimos años. En 1999 ocupó el lugar 14, el año pasado descendió al 17 y en el 2001 bajó al 20, con un promedio de 7.4 en la escala del 1 al 10 con la que Transparencia Internacional mide el nivel de corrupción de los países.

El último gran escándalo ha sido la quiebra técnica del Berliner Bank, la institución bancaria del land Berlín, que incluye a la poderosa Caja de Ahorros y que el puesto al ex alcalde de la capital alemana, el democristiano Eberhard Diepgen, y obligó al adelanto de las elecciones para erigir un nuevo gobierno local, a celebrarse el próximo otoño.

La situación de quiebra técnica del Berliner Bank ha sido la chispa que ha desencadenado la crisis de gobernabilidad en la capital de Alemania, aunque su verdadera causa esté en la deuda enorme, unos 60,000 millones de euros, que arrastra la ciudad. Berlín recibe una avalancha de turistas que admiran las construcciones del nuevo centro, así como la vitalidad de la vida social y cultural, pero detrás de las fachadas de los faraónicos edificios públicos o de la arquitectura más novedosa se traslucen las paradojas económicas de una ciudad que ha vivido de las subvenciones, una droga de la que es muy difícil librarse. Once años después de la reunificación, el aspecto de la ciudad ha cambiado por completo, pero los habitantes del Este y del Oeste siguen sintiéndose diferentes; sólo les une la aspiración a seguir viviendo a cuenta del erario.

Las próximas elecciones podrían acarrear un resultado hasta hace poco inimaginable: el triunfo de los ex comunistas del Partido del Socialismo Democrático (PDS), organización directamente heredera del partido que gobernó en la RDA (el SED) y que con la reunificación se ha transformado para representar una opción ya no autoritaria, pero sí a la izquierda de la socialdemocracia. En efecto, ante el irremediable desprestigio de los democristianos, las dos únicas posibilidades a la vista una vez celebrados los comicios son un triunfo socialdemócrata que integre al PDS como socio minoritario en la coalición de gobierno, o una victoria del PDS que trabaje en alianza con los socialdemócratas. Como puede verse, ambas posibilidades implican una obligada participación en el gobierno de la ciudad del PDS. Cabe añadir que para las elecciones del próximo otoño, el PDS ha nombrado candidato a Gregor Gysi, uno de los políticos más inteligentes y populares de Alemania oriental.

Que en Berlín gobernase el primer partido de la Alemania Oriental supondría un factor decisivo de integración. A la larga, la fusión de los dos Estados germanos está generando modificaciones en el sistema de partidos. Pese a los esfuerzos de los grupos conservadores para que con la unificación nada se altere en Alemania Occidental, el actual desequilibrio (nada ha cambiado en el Oeste y todo en el Este) no va a poder prolongarse por más tiempo.



Capital Roja
por Pedro Aguirre

Casi doce años después de la reunificación de Alemania, la ciudad que fue el epicentro de la guerra fría y hoy es de nuevo capital del país, Berlín, esta cerca de vivir, de nuevo, una paradoja histórica. La abrupta ruptura de la coalición que desde 1991 mantenía el gobierno local en manos de los democristianos de la CDU en alianza con los socialdemócratas del SPD ha obligado a la celebración de elecciones anticipadas a realizarse el próximo otoño, lo que podría posibilitar una alianza de éstos últimos con los ex comunistas del Partido del Socialismo Democrático. Es decir, se vislumbra el pronto regreso de los herederos de los constructores del ominoso muro a la dirección de las instancias gubernamentales locales en la capital de la Alemania reunificada.

La crisis se desató a fines de la primavera, cuando se supo que el banco público regional Berliner Bankgesellschaft (en el que el Ayuntamiento mantiene un 56,6% del capital), se enfrenta a un déficit contable de 4,000 millones de marcos, provocado por inversiones fallidas durante el auge de la construcción en los años posteriores a la caída del Muro. Este fracaso, cuyo principal responsable es el "número dos" de los democristianos locales y ex presidente de una de las divisiones del banco, Klaus Landowsky, condujo a una nueva agudización de la crisis financiera que desde hace años padece la ciudad. En efecto, tras la reunificación Berlín tuvo que renunciar a los gigantescos subsidios que ambas Alemanias destinaban a lo que consideraban tanto baluarte como escaparate en la lucha entre los dos sistemas, justo al mismo tiempo en el que la ciudad fue embarcada en la ambiciosa y onerosísima reorganización urbanística que supuso su reinstauración como capital del país.

El éxito de los ex comunistas del PDS mucho debe a su hábil dirigente, Gregor Gysi. De verbo fácil y gran talento político, Gysi tiene incluso la posibilidad real de guiar hasta el ayuntamiento de Berlín. Según algunos sondeos, más de un 50% de los ciudadanos de la capital (la cual cuenta con un total de 3,5 millones de habitantes), pueden imaginar como futuro alcalde a este abogado de 53 años, quien a lo largo de los años noventa ha trabajado con éxito en la transformación del PDS de una agrupación de cuadros del antiguo régimen en un partido socialista moderno, que a la vez de tomar distancias con la dictadura comunista, sigue defendiendo la identidad perdida de los alemanes del Este. En las últimas elecciones en la ciudad-Estado de Berlín, en 1999, el PDS consiguió un 17.7% de los votos, un resultado que el liderazgo de Gysi podría incrementar sustancialmente.

El otro gran favorito para triunfar en las urnas es el candidato socialdemócrata, Klaus Wowereit, quien se ha hecho cargo de manera interina del gobierno de la ciudad. Wowereit es un hombre dueño de una valiosa reputación como político honesto y trabajador, quien ha hecho pública su tendencia homosexual, lo que no es ningún problema en una ciudad famosa por su tolerancia y apertura de criterio. De hecho, la gran duda que se deberá aclarar tras los comicios consiste en saber cual de los dos partidos favoritos, el PDS o el SPD, obtendrá más votos para dilucidar, así, si será Gysi o Wowereit el próximo alcalde. Todos los especialistas dan por hecho la formación de una "coalición roja" entre el PDS y los socialdemócratas, lo que permitirá afianzar al partido de los ex comunistas como una institución competitiva y respetable dentro de un régimen democrático.

Por su parte, la perdedora previsible de la contienda será la Unión Cristiana Democrática (CDU), la cual llegó a considerar seriamente la postulación de su ex dirigente nacional Wolfgang Schäuble, un peso pesado de la política alemana que goza de una gran reputación. Sin embrago, a fin de cuentas los conservadores postularon al relativamente bisoño político local Frank Steffel, de apenas 35 años. Aunque Steffel declaró al ser designado que no basaría su campaña en el anticomunismo, lo cierto es que durante la campaña la CDU se ha dedicado a recordar continuamente los orígenes totalitarios del PDS, que aún despiertan mucho resquemor incluso en algunos sectores de la socialdemocracia. Previendo "toneladas de difamaciones", Gysi se pronunció una condena inequívoca y enérgica contra la construcción del Muro de Berlín durante la conmemoración de su décimo aniversario en el pasado mes de agosto.

Todo parece indicar que los excomunistas volverán al gobierno de Berlín, ya sea dirigiendo al ayuntamiento o colaborando en él como socos minoritarios de una administración socialdemócrata. Habrá que ver en los próximos años si el carisma y talento político de Gysi servirán en algo en la herculiana tarea de sanar las podridas finanzas públicas de la ciudad que, a pesar de todo, aún promete ser la gran urbe europea del siglo XXI.


La Paranoia Llega a Alemania
por Pedro Aguirre

Las secuelas de los brutales atentados contra el World Trade Center y el Pentágono han arribado a Alemania, y de que manera. Las perspectivas electorales en la capital alemana ha cambiado radicalmente tras los atentados. Los ex comunistas del PDS, quienes parecían llamados a dar una sorpresa mayúscula en las urnas, han perdido terreno de forma dramática, según todas las encuestas, mientras los socialdemócratas, los liberales y los democristianos se han visto beneficiados. Por otra parte, donde si se celebraron elecciones el día 23, tal y como estaba planeado, fue en la ciudad estado de Hamburgo. Por cierto, fue en esta hermosa y rica ciudad alemana de 1.7 millones de habitantes donde Mohammed Atta, el terrorista considerado el "cerebro" de los avionazos del "martes negro", y otros miembros de Al Qaeda vivieron durante meses, y donde quizá planearon el atentado que ha cambiado al mundo.

Los resultados de dichos comicios son sumamente indicativos de como podría transformarse el panorama político en Alemania e incluso en el resto de Europa como efecto de la actual crisis mundial. El Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) puede perder el gobierno de Hamburgo, que controla ininterrumpidamente desde hace 44 años. A pesar de que la votación que recibió el SPD no fue mala (obtuvo el 36.2% de los votos frente al 36,5% de 1997), fueron sus socios de la coalición gubernamental, Los Verdes, quienes sufrieron un serio revés, al ver reducida su votación del 13.9% al 8.5%. La nota la dio el buen resultado que obtuvo una nueva formación: la Ofensiva por el Estado de Derecho, liderada por el juez Ronald Schill, la cual obtuvo el 19% de los votos. Los resultados son también decepcionantes para la Unión Cristiana Democrática (CDU), que cayó del 30,7% al 26,2%, pero el éxito de Schill abre el camino a una coalición conservadora.

Hamburgo es una de las regiones más ricas de Europa, pero es también puntera en índices de delincuencia. El juez Schill es un populista de derechas que se hizo famoso con condenas como una de dos años y medio de prisión para una mujer que rayó con una llave una docena de coches. Durante la campaña, Schill utilizó la vieja retórica de la antipolítica a la que ya nos tienen acostumbrados los llamados populistas de derecha: estridencia voluntarista, crítica a los "corrompidos" partidos tradicionales, grandilocuencia clasemediera, etc. Sin embargo, no es seguro que los socialdemócratas deban abandonar el poder. Al lograr más del 5% del total de la votación, los liberales tendrán representación en la legislatura local. Si los dirigentes liberales consideran a la demagogia de Schill inaceptable, se abriría la puerta a una alianza socialdemócrata verde/liberal que le permitiría al partido del canciller Schroeder mantener el control de la ciudad por cuatro años más.

Los resultados en Hamburgo podrían ser el preludio de cambios a nivel nacional. La eventual pérdida del poder local en la ciudad Estado de Hamburgo tensó ayer los ánimos de la coalición rojiverde que gobierna Alemania. Líderes del Partido Socialdemócrata (SPD) y de Los Verdes admitieron que en sus filas crece el nerviosismo y algunos, como el eurodiputado ecologista Daniel Cohn-Bendit (el Dani el rojo de la revuelta parisina de 1968), no siquiera descartaron una pronta ruptura de la coalición federal.

Como en varios comicios regionales anteriores, el descalabro electoral de los ecologistas parece tener mucho que ver con el evidente descontento entre sus bases por las amplias concesiones que Los Verdes han tenido que hacer al pragmatismo. Muchos electores verdes echan de menos los ideales pacifistas e interculturales que dieron origen a su partido, ahora que el gobierno federal se propone aplicar políticas de inmigración más estrictas y que el jefe de gobierno quiere que Alemania participe activamente en los operativos militares que se realizan en Afganistán contra los responsables de los ataques del 11 de septiembre.

Estas tensiones podrían aumentar todavía más ahora que el gobierno pretende iniciar una política de mano dura en seguridad interna, un tema que sin duda será dominante rumbo a la elección federal programada para 2002. Asimismo, de continuar la recuperación electoral de los liberales y el declive verde, los socialdemócratas no se descartan la posibilidad de resucitar la vieja formula socialdemócrata/liberal que en su momento sirvió a Willy Brandt y a Helmut Schmidt para gobernar al país, en vez de depender de la actual fórmula que incluye a los alicaídos ecologistas.

Alemania Va a la Guerra
por Pedro Aguirre

El pasado viernes 16 de noviembre se verificó en el Bundestag (Cámara baja del Parlamento alemán), una votación histórica cuyo estrecho pero inequívoco resultado consolidó al canciller alemán, Gerard Schröder, como un líder político nacional de largo aliento. En una jugada maestra, no exenta de riesgo, convirtió en una moción de confianza la votación para enviar 3.900 soldados alemanes a Afganistán en apoyo de la coalición antiterrorista que encabeza Estados Unidos. Con ello perdía el voto seguro de la oposición democristiana, pero obligaba a definirse a Los Verdes en un asunto sumamente controvertido en sus filas. Ocho de sus 47 diputados oponían serias objeciones por razones de memoria histórica ante la primera operación militar alemana fuera de su territorio nacional desde la Segunda Guerra Mundial. Al final la disidencia verde se materializó en sólo cuatro votos negativos, que no pusieron en peligro la mayoría absoluta que necesitaba el canciller.

Una derrota parlamentaria hubiera provocado la ruptura de la coalición gobernante rojiverde y un adelanto de las elecciones en el momento de mayor debilidad de Los Verdes, a juzgar por los sondeos y los resultados de las elecciones estatales más recientes. Schröder tenía también en su mano la opción de configurar interinamente una nueva mayoría con los liberales del FDP, que tienen más tradición que nadie en esto de hacer de partido bisagra. Unas elecciones anticipadas en estas condiciones la habrían permitido sortear el estancamiento de la economía en beneficio de consideraciones plenamente políticas, como es el lugar de Alemania en el mundo.

La intención fundamental de Schröder seguía siendo, sin embargo, la de poner en su sitio a Los Verdes dándoles una lección de realpolitik. Aspirar a gran potencia tiene sus costes. El papel de Alemania en el escenario internacional ha sido un tema sumamente polémico desde que se concretara la reunificación en 1990. Durante la guerra fría cuando el país se mantuvo dividido, Alemania apareció como "un gigante económico, pero un enano político", condenado a desempeñarse como un mero segundón pese a su enorme potencial económico en virtud a los malos recuerdos de las dos guerras mundiales. Sin embargo, al verificarse la reunificación de las Alemanias y el fin de la guerra fría, el país decidió replantear su posición: ya no era posible ser sólo espectadores ricos. Es por ello que los gobiernos alemanes han solicitado un asiento como miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, han procurado colocar a Alemania a la vanguardia del proceso de unificación europea, y han decidido actuar militarmente en apoyo de sus aliados en los casos de Kosovo y Macedonia.

Ahora, el tema de la intervención militar germana es aún más controvertible, en virtud a que la guerra se verifica fuera de las fronteras europeas y a que las víctimas civiles que han provocado los bombardeos norteamericanos empiezan a preocupar profundamente a la opinión pública internacional. Pero, lo cierto es que en el siglo XXI no será posible disfrutar del rango de potencia mundial si no se esta dispuesto a pagar el coste que ello significa, y que implica encarar enormes responsabilidades frente a los cada vez más complejos temas en la agenda del mantenimiento de la paz y seguridad internacionales.

El movimiento se demuestra andando, y eso es lo que está haciendo el canciller socialdemócrata; poner a andar a su país, que hoy es ya la primera potencia europea, si no se incluye a Rusia en esta contabilidad. No es la primera vez que el canciller socialdemócrata defiende la necesidad de que Alemania deje de escudarse tras su pasado y asuma posturas más comprometidas y responsabilidades más arriesgadas. Pero esta vez mencionó también que la responsabilidad de Alemania no sólo tiene que ver con su difícil pasado o con sus alianzas presentes, sino con su futuro de potencia económica comprometida con el prevalecimiento de la democracia en una Europa integrada de la que dependerá cada vez más la estabilidad del mundo.

Por cierto, Schröder aseguró que, pese a las medidas de seguridad que se han adoptado en Alemania para prevenir atentados y acabar con las redes terroristas, no se cederá "ni un milímetro" en los valores de justicia y libertad que caracterizan a una sociedad abierta. Habrá que estar atentos para corroborar la forma en que se alcanza este último propósito.

El Liberalismo Alemán

por Pedro Aguirre

El Partido Liberal Alemán, una de las organizaciones más emblemáticas de la República Federal que naciera en 1949, sufre una grave crisis de identidad, la cual podría poner en peligro su viabilidad misma como opción política influyente. En términos generales, el Partido Liberal se configuró con los remanentes de dos partidos liberales de la República de Weimar: el Partido Popular Alemán (DVP) y el Partido Democrático Alemán (PPD). El DVP fungía como portavoz del liberalismo nacionalista burgués postulado por pequeños propietarios, hombres de negocios y sectores de las clases medias protestantes o laicas.. Por su parte, el DDP fue el más progresista y laico de los partidos "burgueses", ardiente defensor del sistema parlamentario y promotor de la justicia social. Aunque la fuerza electoral de ambas formaciones no era significativa, formaron parte de la mayoría de las coaliciones gubernamentales de la etapa weimeriana.

En 1948, un grupo de asociaciones y partidos liberales establecidos a lo largo de las zonas de ocupación occidentales se amalgamaron para constituir al FDP, que congregaba a las dos grandes corrientes del liberalismo alemán: una conservadora y nacionalista, cercana a los intereses de la gran industria, pero laica, a diferencia de la CDU-CSU; y otra más radical, partidaria irrestricta de la democracia liberal y de las garantías sociales del individuo: es decir, era progresista, pero burguesa, a diferencia del SPD. El nuevo partido adoptó para su organización interna una estructura sumamente descentralizada que aún hoy tolera grados inusuales de independencia a sus instancias locales, sobre todo en sus criterios para formar coaliciones gubernamentales en los Landtag.

El FDP estuvo avocado a servir como fiel de la balanza del sistema político. Se trata de un partido mediano de alcance nacional al centro del panorama ideológico, con estructura débiles y una clientela electoral reducida e inestable en comparación con el SPD y la CDU, pero lo suficientemente numerosa para garantizar su perenne presencia en el Bundestag. Además, favorecido particularmente por sectores de clases medias protestantes o no confesionales en las grandes ciudades (profesionistas, empresarios, trabajadores "por su cuenta") y cercano a organizaciones agrícolas, industriales y asociaciones profesionales.

En los años cincuenta y sesenta formaron alianzas con la CDU-CSU; en 1969 se sumaron al SPD en una coalición que duró hasta 1982. En la primera fase, el sector conservador dominó al partido siendo los democristianos su aliado natural; más tarde, una nueva generación de líderes señaló la urgencia de revitalizar al FDP con actitudes más progresistas y prefirieron a los socialdemócratas, hasta que diferencias en la conducción de la economía rompieron esta unión.

Durante el largo mandato de Helmut Kohl los liberales fungieron como socios minoritarios de la democracia cristiana en el gobierno, lo que les permitió ocupar durante años algunos de los ministerios más importantes, entre los que se contó al de Exteriores, encabezado por el casi legendario Hans Dietrich Genscher, verdadero arquitecto de la reunificación alemana. Sin embargo, fue en estos años que surgió en el partido su actual crisis de identidad como consecuencia de su larga y casi incondicional alianza con la CDU. Además, es en esta etapa que surge la opción ecologista como una alternativa sumamente atractiva para sectores emergentes de la población germana, con lo que la posición de fiel de la balanza que ostentaba hasta ese momento el Partido Liberal comenzó a tambalearse. Agotada por tanto tiempo en el poder, la alianza democristiana liberal fue contundentemente derrotada en las elecciones generales de 1998.

El pasado mes de febrero fue testigo de un relevo en la dirección del Partido Liberal. El nuevo liderazgo deberá imprimir una visión al liberalismo alemán más crítica de la CDU y más cercana a la posibilidad de establecer una eventual alianza con los socialdemócratas.