Reina de Corazones:
Pensando en temas bonitos para tratar en estas cartitas de domingo de reina y evitar caer en la fruslería de hablar de la vida cotidiana se me ocurrió que sería interesante hablar de reinas destacadas de la historia. Claro, lo primero que pensé fue en abordar a majestades gigantescas como Isabel I, Catalina la Grande, Teodora de Bizancio o Isabel la Católica, pero reconsideré y, de acuerdo contigo, dedicaré este espacio a rescatar la memoria, para nosotros, de reinas no tan conocidas pero que, sin embargo, se destacaron por su gallardía, inteligencia, dignidad, buen gobierno e incluso –alguna- por su crueldad.
Investigando sobre el tema, descubrí que hay una cantidad interesante de reinas africanas que sobresalieron de forma extraordinaria en la historia de sus desdichados pueblos. Por eso las elegí para iniciar con este ciclo de reinas africanas, todo ellas magníficas personalidades injustamente olvidadas por la historiografía occidental, pero que en sus naciones son, hasta la fecha, heroínas nacionales.
Has de saber, reinita de mi corazón, que antes de que llegaran los colonizadores a asolar a África existía ahí una gran cantidad de reinos e imperios que por los siglos florecieron y decayeron. El papel de la mujer en estos lares era mucho más destacado del que se le permitía tener a la sazón en Occidente y en Oriente, de ahí que no fuera raro encontrar reinas gobernando a muchas de estas naciones. Uno de estos reinos era el mbundu de Ndongo, ubicado en lo que ahora es Angola. Al rey de Ndongo se le daba el título de “Ngola”, de ahí el nombre de la nación actual. Hacia mediados del siglo XVI los portugueses llegaron al reino de Ndongo y establecieron la ciudad de Luanda (hasta la fecha capital del país Angola), la cual fue convertida en su centro de operaciones para el desarrollo del mercado de esclavos con destino a América (sobre todo a Brasil). Salía una media anual de 10,000 esclavos, convirtiéndose Luanda, junto con Costa de Oro (la actual Ghana, de donde son los Kentes Nkrumas) y Senegal en los principales exportadores de esclavos del continente. El pusilánime Ngola de Ndongo, a cambio de la independencia de su reino, colaboraba con los portugueses en la captura de esclavos de otros reinos vecinos, con la condición de que se respetara a sus súbditos, pero muy pronto las exigencias de los pérfidos portugueses fueron aumentando y con ellas el desacuerdo respecto a las condiciones que los portugueses imponían al Ngola, la más ominosa de ellas: la exigencia de que todos los “ndonguenses” se bautizasen en la religión católica.
Ah, pero las cosas cambiarían pronto. En 1580, nacía una mujer extraordinaria, Nzinga Mbandi, cuyo nombre es, hasta la fecha, símbolo de la lucha por la independencia que Angola mantuvo contra Portugal. Mujer de extraordinaria inteligencia era hermana de Ngola y a ella le correspondían los derechos de sucesión al trono, ya que contra la costumbre europea ésta no se transmitía de padre a hijo sino de hermano a hermano o hermana. No existía casi en ningún reino africano restricciones sucesorias a causa del sexo.
Nzinga Mbandi aprendió a hablar portugués e incluso holandés (por ahí andaban también esos canijos) y ejerció como la principal consejera política de su hermano y como representante diplomático ante el reino de Portugal, siendo ella la firmante de varios acuerdos y tratados con los portugueses. Como muestra de buena voluntad, tras la firma de uno de estos tratados, se hizo bautizar como Doña Ana de Sousa. En 1624, tras la muerte de su hermano, llega al trono y casi de inmediato abandona su nombre cristiano, al igual que sus hermanas Kifunji y Mukumbu (Gracia y Bárbara). Las arbitrariedades de los portugueses habían sido ya demasiadas. La Nueva Ngola Nzinga se marcó como objetivo recuperar la independencia política y territorial de su pueblo ante los portugueses quienes, temerosos de perder el dominio del territorio y, por lo tanto, su lucrativo e infame negocio del tráfico de esclavos, Nzinga Mbandi y nombran a un nuevo rey palero. Ella abandona el reino, instalándose en la región vecina de Matamba (de ¡Matamba, dijo la changa!) y crea ahí un reino, el cual se dedica a la formación de una gran alianza entre todos los reinos locales enemigos de Portugal, incluyendo a los holandeses. Después de unos años de esfuerzo, en 1630 levanta un gran ejército en el que participan los reinos de Matamba, Kasanje, Congo, Dembo, Kissama y los Pueblos del Planalto Central.
Nzinga demostró entonces sus grandes capacidades de liderazgo, organización y mando. La coalición africana derrotó a los portugueses en la batalla de Mbaka (1643) y de ahí se sucedieron algunos años de victorias. De hecho, mucho de lo que sabemos de la reina Nzinga lo debemos al testimonio de uno de sus aliados de estos años de gloria, un capitán holandés de apellido Fuller, quien cuenta que la Ngola de Matamba, además de destacar por su aguda inteligencia, como estratega militar y buena gobernante, tenía lrededor de ¡Cincuenta esposos!, pues era una mujer de impresionante belleza.
Pero pronto llegarían los reveses. En octubre de 1647, su hermana Kifunji, que importante dirigente religiosa y miembra clave de su gobierno, pierde la vida envenenada. Poco más tarde, en una emboscada, es hecha prisionera su hermana Mukumbu, la cual es arrojada a la hoguera. El 10 de agosto de 1648, Nzinga sufrió una gran derrota cuando Luanda es recuperada por las fuerzas portuguesas. Tras esta derrota, la reina se retiró nuevamente al reino de Matamba, el cual no pudo ser conquistado por los portugueses en tanto la reina Nzinga se mantuvo con vida, cosa que sucedió hasta en 1663. Y por eso yo digo:
Angola,
Angola,
Angola,
¡No estás sola!
Angola,
Angola,
¡No estás sola!
Te preparé reinita, una minipresentación con imágenes relativas a la reina NZinga la cual viene anexa. Ojalá te guste. Le puse música africana, A eta sí hazle clic para avanzar, ya que está cortita.
Te mando muchos besos en tu domingo de Reina.
Aguirre