La historia de Bruno Arpinati, anarcoindividualista escéptico y embustero en un mundo absurdo y falaz.
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sábado, 22 de enero de 2011
Cartas a la Reina de Corazones 7: Sabla Wangel
Reina:
Etiopía es, con mucha probabilidad, el lugar donde surgió la raza humana. Los restos más antiguos de homo sapiens que se conocen a la fechan proceden justamente de esta nación. El mítico Reino de Saba, mencionado en la Biblia, identificado como Etiopía, Según la leyenda, fue Menelik, hijo del rey Salomón y de la reina de Saba (Saba Dios como se llamaba) el fundador del Imperio Etíope. Los egipcios la conocieron con el nombre de Punt y de ahí se proveían de inciensos, ébano, piedras preciosas, marfil y esclavos. Ya te platiqué como la reina-faraón Hatshepsut organizó una célebre expedición a estos lugares.
El primer estado conocido que puede ubicarse con certeza en la actual Etiopía es el imponente y duradero Reino de Aksum, fundado en el siglo III A.C. por cerca del por gente que llegó de Arabia. Seis siglos más tarde el cristianismo fue introducido por el monje sirio Frumencio, quien logró la conversión el rey Ezana. Como consecuencia de esta temprana conversión la Iglesia etíope procede de la iglesia copta de Alejandría a la cual se mantiene fiel hasta hoy en día. La iglesia copta se caracteriza por sostener una visión teológica monofisita, la cual sostiene que en Jesús sólo está presente la naturaleza divina, pero no la humana. Por eso se dice también que los coptos cooptaron a los etíopes. Aksum decayó acosado por el crecimiento el Islam en la zona, que arrinconó por siglos a los etíopes en la zona sur del país.
En el siglo XIII se estableció en Etiopía llamado Zagüe, el cual fue breve pero que restauró al cristianismo en la mayor parte del territorio y, sobre todo, porque durante su reinado se excavaron las celebérrimas iglesias rupestres de Lalibela. El último rey Zagüe fue destronado por el cabecía Yekuno Amlak, que presumía ser descendiente directo de los reyes de Aksum y restauró la denominada "dinastía salomónica", que así se llamaba porque se proclamaba heredera de Salomón y la Reina de Saba. De estos momentos data también el título de negus negusti, rey de reyes o emperador, que distinguió al soberano de Etiopía hasta el derrocamiento de Haile Selassie en 1974. Y fue justo a finales del siglo XV que Etiopía comenzó a ser visitada por exploradores portugueses, muchos de los cuales creyeron haber encontrado en Etiopía el legendario reino del Preste Juan. A principios del siglo siguiente, el emperador etíope envió a la corte de Portugal a un emisario para solicitar la ayuda del monarca contra los musulmanes, que acosaban a su reino cristiano. Etiopía había sido invadida por un ejército musulmán procedente del Reino Adal, ubicado en la actual Somalia. Los musulmanes eran encabezados por su adalid Ahmad Ibn Ibrahim “El Zurdo” y eran aliados del Imperio Otomano. El negus Lebna Dengel (o David II) fue derrotado y se convirtió, junto a su valiente esposa Sabla Wangel, en un fugitivo, vagando por años de una ciudad a otra hasta que muere en combate en 1540. Ante tan caótica situación, la resistencia etíope decide ungir en el trono a la emperatriz a Sabla Wangel. A partir de entonces comenzó la reconquista del país. Sabla negoció hábilmente con Portugal una alianza y en 1541 llegó a Etiopía, procedente de la India, una flota portuguesa, que transportaba una fuerza de 400 mosqueteros bajo el mando de Cristóbal da Gama, hijo del famoso explorador Vasco da Gama. Los etíopes recuerdan aún hoy con orgullo la forma como la emperatriz Sabla Wangel, sentada sobre una mula, pasó revista a los 400 soldados de Cristóbal da Gama. Corría 1541.
Sabla participó en numerosas batallas, ayudando a los heridos, destrozando sus vestimentas para confeccionar vendas. En 1543, sus fuerzas y las de los portugueses derrotaron y mataron a Ibrahim. Los hijos de Sabla continuaron la dinastía, pero ella mantuvo su influencia política. Sabla Wangel gobernó sabiamente fortaleciendo al país y extendiendo sus fronteras. Con ella florecieron el comercio, la cultura y las artes e imperó en el reino etíope la tolerancia religiosa entre coptos y católicos. Puede decirse que gracias a su sabiduría y a la de sus sucesores se establecieron los cimientos de la época de oro del Imperio Etiope, el cual conoció su cenit bajo el reinado de Fasalidas el Grande (1632-1667).
Sabla no fue la única reina importante en la vastísima historia etíope. Ya hablaremos de algunas otras. A pesar de ello, actualmente Etiopía es un país que mantiene subyugadas a muchas de sus mujeres en condiciones infrahumanas. Una buena cantidad de mujeres etíopes son prácticamente esclavas que deben caminar muchos kilómetros para recolectar agua o madera. Hay jóvenes transportan hasta 60 kilos de piedras y arena a la espalda para construir una presa y reciben a cambio un salario pagado en harina, empleadas en la selección de los granos de café -un producto que representa casi el 60% de las exportaciones nacionales y del que vive aproximadamente un 25% de la población- y limpiadoras de incienso, que no perciben remuneración alguna hasta que no tratan una tonelada de dicho producto, algo que por otra parte les lleva una media de 45 días con jornadas laborales de más de 10 horas. Todas ellas son hoy esclavas en un país que fue de reinas.
Tu Oso
Cartas a la Reina de Corazones 6: Hatshepsut, faraona de Egipto
Reina:
Aunque habíamos quedado de que en estas cartitas de Domingo de Reina hablaríamos sobre todo de monarcas femeninas africanas relativamente desconocidas, hoy quiero romper un poco esta regla para hablarte de una de las más destacadas gobernantes de todos los tiempos. Nos remontaremos para ello muy lejos en el tiempo hasta el apogeo del antiguo Egipto, ni más ni menos que a su XVIII Dinastía (hubo en total XXX), cuando esta civilización conoció como nunca antes de riquezas y de glorias militares y cuando el faraón Tutmosis I y su reina principal, Amosis, trajeron mundo una hijita hermosa que se llamó Hatshepsut, quien desde chiquita fue muy, pero muy inteligente. Se distinguía por ser asaz observadora. Siempre se podía ver sus ojitos escrutadores muy atentos a lo que hacía su padre el faraón, quien fue uno de los grandes dirigentes del antiguo Egipto. Hatshepsut creció entre tres hermanos, dos de los cuales murieron antes que su padre dejando a un tercer hijo junto a ella. Este tercer hijo de Tutmosis I se llamó Tutmosis II, sin embargo, este era aún muy joven para reinar en Las Dos Tierras, el Alto y Bajo Egipto. Para darle una posición más firme a Tutmosis II ante la muerte de su padre, éste fue desposado con Hatshepsut para que ambos tomaran el trono de Egipto. Sí, en Egipto era común la boda entre hermanos. Y es que el faraón estaba muy impresionado por la inteligencia de su hija. De esta manera fue que se pavimentó el camino para que, dentro de las treinta dinastías que existieron en la dilatada historia del antiguo Egipto, hubiese una excepción en la que una mujer tomó el título de faraón; fue precisamente Hatshepsut, la observadora, primera mujer que conquistó el título de faraón.
Tutmosis II realizó campañas militares en los territorios extranjeros y sus éxitos más importantes tuvieron lugar en Nubia y Siria. Con Hatshepsut tuvo una hija llamada Ranofru. De Isis, una concubina de Tutmosis II, nació un niño que se le dio el nombre de Tutmosis III. Entonces, de forma inesperada y pese a que Tutmosis II parecía tener mucha energía, el faraón murió joven. Gobernó 14 años. Antes de su muerte designó a su hijo Tutmosis III a llevar en sus hombros la responsabilidad de reinar en el imperio más poderoso de la tierra, pero era un niño cuando se le entregó esta responsabilidad. Por eso la corte consultó a los dioses que debían hacer, la respuesta fue categórica: Hatshepsut debía acompañar al nuevo rey en un período de corregencia. De esta forma esta que fue una chamaquita tan observadora ascendió al trono en el año 1479 A.C.
Se hizo cargo del imperio por tres décadas mientras su hijastro, Tutmosis III, que se distinguió por ser un extraordinario comandante y estratega militar, dirigía el ejército. Extendió las fronteras egipcias hasta lugares lejanos. Logró la mayor extensión del imperio de todos los tiempos. Ella estaba contenta con la situación pero Tutmosis no lo estaba tanto ya que originalmente él había sido quién debía gobernar según su padre. Pero no tenía más opción que dar un golpe de estado para recuperar el trono o esperar a que Hatshepsut muriera. Su elección fue la segunda, quedándose él en el ejército mientras seguramente recordaba que era mucho más joven que ella por lo que algún día él sería el nuevo faraón.
Hatshepsut desempeño un eficaz gobierno que impulsó la industria y la agricultura. Uno momento culminantes de su reinado fue la expedición a las tierras de Punt (hoy Somalia), de donde llevó a Egipto variedades de plantas que adaptó a su clima. También se dedicó a la construcción de monumentos, muchos de los cuales aún pueden verse en casi toda su magnificencia. Su principal arquitecto fue Sen en mut, enigmático personaje que desde siempre ha generado muchas especulaciones entre los Egiptólogos. Se sabe que era de origen humilde ya que sus padres eran simples plebeyos. Empezó por ser el mayordomo de Hatshepsut pero muy prontamente fue ganando méritos y a la par iba siendo ascendido de cargo hasta el punto que tuvo mucho poder en el reinado de la reina-faraón. Sin suda fueron amantes. Recibió los cargos de arquitecto en jefe, supervisor de obras, supervisor de los graneros y de los tejedores de Amón. Todo este camino recorrido por Sen en mut no era nada fácil y mucho menos si recordamos que venía de entre los plebeyos. El monumento más impresionante ordenado por Hatshepsut fue su templo funerario, uno de más hermosos y singulares de todo el mundo. Tuve la oportunidad de conocerlo. Está ubicado detrás del Valle de los Reies en lo que hoy se conoce como Deir al Bahari. Se encuentra relativamente al lado del templo de Mentuhotep I e inspirado en éste se construyó el de Hatshepsut. Está dedicado principalmente al dios (m) Amón pero también -en una escala menor- a Hator y a Anubis, el perrito. La reina-faraón también ordenó la construcción de los bellos obeliscos de Karnak (qué también conozco, je, je).
Tras alrededor de 29 años de reinado, Hatshepsut muere. No se sabe como sucedió, si fue una muerte natural o no. Simplemente se sabe que al ella morir, Tutmosis III finalmente subió al trono. También se llega a creer que Tutmosis tuvo algo que ver en su muerte pero esta teoría tampoco encuentra las pruebas suficientes para asegurarlo. Lo cierto es que después de la muerte de Hatshepsut fueron destruidas muchas de sus imágenes y se borró el nombre de esta gran reina-faraón de los monumentos. Para ser inmortales los egipcios necesitaban que su nombre se repitiera y no se perdiera en el olvido y borrar el nombre era condenarla al olvido, por eso Hatshepsut debía ser borrada de la historia egipcia y de hecho, esto se hace evidente cuando se le omitió en la lista de reyes hecha en tiempos de Seti I y Ramses II en la Sala de los Antepasados del templo de Abidos durante la XIX Dinastía. Pero los muy tarugos cometieron un error: sus monumentos fueron enterrados con el fin de olvidar ese período “vergonzoso”, pero lo que en realidad se logró con esto es que irónicamente a la idea de borrar toda su memoria se conservó de una manera muy satisfactoria: la arena protegió estos monumentos como nada lo hubiera podido lograr. Por eso es que hoy más que nunca, Hatshepsut, La Primera de las Mujeres Nobles como la traducción de su nombre lo indica, figura entre los monarcas más importantes de toda la historia egipcia.
Aunque habíamos quedado de que en estas cartitas de Domingo de Reina hablaríamos sobre todo de monarcas femeninas africanas relativamente desconocidas, hoy quiero romper un poco esta regla para hablarte de una de las más destacadas gobernantes de todos los tiempos. Nos remontaremos para ello muy lejos en el tiempo hasta el apogeo del antiguo Egipto, ni más ni menos que a su XVIII Dinastía (hubo en total XXX), cuando esta civilización conoció como nunca antes de riquezas y de glorias militares y cuando el faraón Tutmosis I y su reina principal, Amosis, trajeron mundo una hijita hermosa que se llamó Hatshepsut, quien desde chiquita fue muy, pero muy inteligente. Se distinguía por ser asaz observadora. Siempre se podía ver sus ojitos escrutadores muy atentos a lo que hacía su padre el faraón, quien fue uno de los grandes dirigentes del antiguo Egipto. Hatshepsut creció entre tres hermanos, dos de los cuales murieron antes que su padre dejando a un tercer hijo junto a ella. Este tercer hijo de Tutmosis I se llamó Tutmosis II, sin embargo, este era aún muy joven para reinar en Las Dos Tierras, el Alto y Bajo Egipto. Para darle una posición más firme a Tutmosis II ante la muerte de su padre, éste fue desposado con Hatshepsut para que ambos tomaran el trono de Egipto. Sí, en Egipto era común la boda entre hermanos. Y es que el faraón estaba muy impresionado por la inteligencia de su hija. De esta manera fue que se pavimentó el camino para que, dentro de las treinta dinastías que existieron en la dilatada historia del antiguo Egipto, hubiese una excepción en la que una mujer tomó el título de faraón; fue precisamente Hatshepsut, la observadora, primera mujer que conquistó el título de faraón.
Tutmosis II realizó campañas militares en los territorios extranjeros y sus éxitos más importantes tuvieron lugar en Nubia y Siria. Con Hatshepsut tuvo una hija llamada Ranofru. De Isis, una concubina de Tutmosis II, nació un niño que se le dio el nombre de Tutmosis III. Entonces, de forma inesperada y pese a que Tutmosis II parecía tener mucha energía, el faraón murió joven. Gobernó 14 años. Antes de su muerte designó a su hijo Tutmosis III a llevar en sus hombros la responsabilidad de reinar en el imperio más poderoso de la tierra, pero era un niño cuando se le entregó esta responsabilidad. Por eso la corte consultó a los dioses que debían hacer, la respuesta fue categórica: Hatshepsut debía acompañar al nuevo rey en un período de corregencia. De esta forma esta que fue una chamaquita tan observadora ascendió al trono en el año 1479 A.C.
Se hizo cargo del imperio por tres décadas mientras su hijastro, Tutmosis III, que se distinguió por ser un extraordinario comandante y estratega militar, dirigía el ejército. Extendió las fronteras egipcias hasta lugares lejanos. Logró la mayor extensión del imperio de todos los tiempos. Ella estaba contenta con la situación pero Tutmosis no lo estaba tanto ya que originalmente él había sido quién debía gobernar según su padre. Pero no tenía más opción que dar un golpe de estado para recuperar el trono o esperar a que Hatshepsut muriera. Su elección fue la segunda, quedándose él en el ejército mientras seguramente recordaba que era mucho más joven que ella por lo que algún día él sería el nuevo faraón.
Hatshepsut desempeño un eficaz gobierno que impulsó la industria y la agricultura. Uno momento culminantes de su reinado fue la expedición a las tierras de Punt (hoy Somalia), de donde llevó a Egipto variedades de plantas que adaptó a su clima. También se dedicó a la construcción de monumentos, muchos de los cuales aún pueden verse en casi toda su magnificencia. Su principal arquitecto fue Sen en mut, enigmático personaje que desde siempre ha generado muchas especulaciones entre los Egiptólogos. Se sabe que era de origen humilde ya que sus padres eran simples plebeyos. Empezó por ser el mayordomo de Hatshepsut pero muy prontamente fue ganando méritos y a la par iba siendo ascendido de cargo hasta el punto que tuvo mucho poder en el reinado de la reina-faraón. Sin suda fueron amantes. Recibió los cargos de arquitecto en jefe, supervisor de obras, supervisor de los graneros y de los tejedores de Amón. Todo este camino recorrido por Sen en mut no era nada fácil y mucho menos si recordamos que venía de entre los plebeyos. El monumento más impresionante ordenado por Hatshepsut fue su templo funerario, uno de más hermosos y singulares de todo el mundo. Tuve la oportunidad de conocerlo. Está ubicado detrás del Valle de los Reies en lo que hoy se conoce como Deir al Bahari. Se encuentra relativamente al lado del templo de Mentuhotep I e inspirado en éste se construyó el de Hatshepsut. Está dedicado principalmente al dios (m) Amón pero también -en una escala menor- a Hator y a Anubis, el perrito. La reina-faraón también ordenó la construcción de los bellos obeliscos de Karnak (qué también conozco, je, je).
Tras alrededor de 29 años de reinado, Hatshepsut muere. No se sabe como sucedió, si fue una muerte natural o no. Simplemente se sabe que al ella morir, Tutmosis III finalmente subió al trono. También se llega a creer que Tutmosis tuvo algo que ver en su muerte pero esta teoría tampoco encuentra las pruebas suficientes para asegurarlo. Lo cierto es que después de la muerte de Hatshepsut fueron destruidas muchas de sus imágenes y se borró el nombre de esta gran reina-faraón de los monumentos. Para ser inmortales los egipcios necesitaban que su nombre se repitiera y no se perdiera en el olvido y borrar el nombre era condenarla al olvido, por eso Hatshepsut debía ser borrada de la historia egipcia y de hecho, esto se hace evidente cuando se le omitió en la lista de reyes hecha en tiempos de Seti I y Ramses II en la Sala de los Antepasados del templo de Abidos durante la XIX Dinastía. Pero los muy tarugos cometieron un error: sus monumentos fueron enterrados con el fin de olvidar ese período “vergonzoso”, pero lo que en realidad se logró con esto es que irónicamente a la idea de borrar toda su memoria se conservó de una manera muy satisfactoria: la arena protegió estos monumentos como nada lo hubiera podido lograr. Por eso es que hoy más que nunca, Hatshepsut, La Primera de las Mujeres Nobles como la traducción de su nombre lo indica, figura entre los monarcas más importantes de toda la historia egipcia.
Cartas a la Reina de Corazones 5: Ranavalona I de Madagascar
Reina:
Hasta ahora hemos abordado en estas cartas a reinas heroicas y valientes que han encabezado una férrea resistencia armada de sus pueblos en contra del imperialismo europeo. La reina de hoy también supo defender a su tierra del expansionismo occidental, pero utilizando métodos muchos más crueles e incluso perjudicando considerablemente a su propio pueblo. Los historiadores occidentales la han llamado con epítetos tales como “la Calígula Hembra”, “la Maria Sangrienta de Madagascar (en recuerdo a Bloody Mary, aquella cruel reina británica) y la “moderna Mesalina”, pero sus paisanos tienen un recuerdo de ella más condescendiente aunque, como te digo, también se ensañó con la población indígena. Se trata de la reina Ranavalona I de Madagascar, cuyo kilométrico nombre completo fue Rabododoandrianampoinimerina, de a cuerdo a la costumbre que tienen en este exótico país de ir incluyendo los nombres de los antepasados a los apelativos de la gente. Nació en 1782 en Antananarivo y fue Reina de Madagascar desde 1828 hasta 1861 tras suceder a su marido, Radama I muerto en extrañas circunstancias: envenenado y con el casi seguro concurso de su tierna esposa. A parir de ese momento Ranavalona impuso un terrible reino de terror aunque, te repito, muchos africanos, especialmente la gente de Madagascar, no comparten este punto de vista y mientras reconocen que el suyo fue un régimen autocrático, también la ven como una gobernante que se resistió bravamente a la invasión económica y cultural extranjera.
Mujer diminuta y de mediana edad, lo primero que hizo tras ser coronda reina fue invalidar todos los tratados internacionales que había firmado su esposo con las potencias extranjeras y expulsó de la isla a los no nativos. Los que peor lo pasaron fueron los cristianos. En torno a 1835 movilizó un ejército para perseguirlos. Todos los misioneros fueron pasados a cuchillo y el ejército malgache (que es el gentilicio de Madagascar) ejecutó a todos los que llevaran una biblia o profesaran la fe cristiana en público fueran blancos o negros. Se calcula que alrededor de 150 mil cristianos murieron a manos de Ravalona. Pero la cosa no quedaba ahí, a Su Majestad le encantaba torturar a los reos. Uno de sus métodos preferidos era atar al cautivo a la boca de un pozo y hacer que sus soldados tiraran agua hirviendo, de forma que el líquido fuera subiendo y escaldara vivo la víctima. Los adversaros políticos y aquellos que infringían las draconianas leyes impuestas por la reina no lo pasaron mejor que los cristianos: eran obligados a beber toda clase de venenos que la reina preparaba personalmente, y es que Ranavalona era una fanática de los venenos. Mandaba buscar por su reino las plantas y hongos más mortíferos para elaborarlos ella misma. También obligaba a los reos veneno a nadar en aguas infestadas de cocodrilos. Incluso omitió mostró clemencia con el ejército de esclavos a su servicio. Por pura diversión, una vez eliminó a 10,000 de ellos en una sola semana de festejos dizque pa’ amenizar la pachanga, que se le estaba haciendo muy aburrida. También forzaba a sectores de la población que no simpatizaban con ella a trabajar hasta la muerte en minas y campos, mientras que poblaciones enteras fallecieron de hambre como castigo a alguna impertinencia.
Hay quienes calculan que casi la mitad de la población de Madagascar falleció víctima de la vesania de esta reinita, mientras ella disfrutaba de un estilo de vida excéntrico y disoluto. Se mandó construir un hermoso palacio de la que todavía hay restos. También, por decreto, se consideró a sí misma como una diosa encarnada. Hay un estupendo libo de un autor británico llamado Keith Laider en donde cuenta la fascinante historia de este insólito reinado. En un párrafo de esta obra describe la forma en la que fueron ejecutados unos cristiano: “Los siete cristianos se mantenían en pie unidos bajo el brillante sol, amarrados con fuertes sogas, cantando un himno a su salvador extranjero mientras los lanceros avanzaban. a su alrededor, una muchedumbre de hombres, mujeres y niños, más de sesenta mil, se abría paso a empellones.., aclamaban con entusiasmo cuando las lanzas daban en el blanco y, uno tras otro, hombres y mujeres caían retorciéndose en la tierra arenosa, y su himno se apagaba lentamente sobre los cuerpos que aun se retorcían. En una colina varias cruces se mantenían en alto como mudos testigos, portando sus lúgubres cargas, algunas aun vivas a pesar del día y medio que habían colgado sobre los maderos”
Obviamente, con tanta atrocidad la isla se sumió en el aislamiento. En 1845 una misión anglofrancesa intentó poner fin a aquel reinado de terror, pero fracasó. Tras esta intentona estaba su propio hijo , que pidió a Francia su intervención para terminar con el demencial gobierno de su mamaíta. Las puertas de Madagascar no se abrirían hasta 1861, cuando falleció la reina tranquilamente en su cama. Su hijo, Radama II reinó competentemente y su reinado suplió en alguna medida aquel desastre, pero en Madagascar no se olvidará el gobierno de la reina más sangrienta del siglo XIX.
Según informa el Atlas de The Onion, la comunidad de lémures ocupa el poder político de la isla de Madagascar desde 1965, año que ganaron la mayoría en el parlamento.
Te ama y te extraña mucho tu Osito, a quien se le ve triste y desconcertado
viernes, 4 de septiembre de 2009
cartas a la Reina de Corazones 4: Amina de Zaria

Reina:
Quienes nos hemos interesado de alguna u otra forma en la historia militar del mundo tarde o temprano nos topamos con la interrogante de cuál ha sido el papel de las mujeres en el gran drama humano que es la guerra. Desde luego, dese siempre han sido víctimas principales de los excesos y arbitrariedades de los vencedores, han sido masacradas, secuestradas y violadas por siglo por los ejércitos triunfantes que las han visto como trofeos de guerra. Pero también existe la otra cara, la de aquellas destacadísimas líderes militares y estrategas que lejos de conformarse con el papel de resignadas mártires se han convertido en grandes protagonistas de los campos de batalla. Ya hemos visto que la inexcusablemente olvidada historia de África nos ofrece insignes ejemplos de reinas guerreas que han sido empecinadas luchadoras por la libertad e inspiración para la independencia de sus pueblos. Hoy veremos a una gran reina conquistadora que fundó un imperio en lo que hoy es el norte de Nigeria, en las zonas que bordean el majestuoso Río Níger, prototipo de osadía, inteligencia y capacidad de mando: la portentosa Amina de Zaria (1533-1612), reina del pueblo Hausa, cuya leyenda –entre otras cosas- fue el modelo en el que se inspiraron los creadores de la famosa serie de televisión “Xena”, ¿Te acuerdas, Amore?.
Los hausas son una de las etnias más importantes de África Occidental. Habitan principalmente en la zona semidesértica del Sahel. Son actualmente mayoría étnica en el norte y centro de Nigeria, el país más poblado de África, y de Níger, uno de las naciones más pobres del mundo. Los hausas son mayoritariamente musulmanes, de lo que se ha derivado deriva una gran paradoja en la historia de las mujeres y que te cuento al final de esta cartita.
Los hausas son una de las etnias más importantes de África Occidental. Habitan principalmente en la zona semidesértica del Sahel. Son actualmente mayoría étnica en el norte y centro de Nigeria, el país más poblado de África, y de Níger, uno de las naciones más pobres del mundo. Los hausas son mayoritariamente musulmanes, de lo que se ha derivado deriva una gran paradoja en la historia de las mujeres y que te cuento al final de esta cartita.
Amina fue la primogénita de la reina Nikatau, quien a su vez fue hija del monarca que fundó el reino hausa de Zaira (Zazzau) sobre el río Níger cuando aún existían los residuos del Imperio Songhai, glorioso imperio medieval africano el cual construyó la ciudad de Tombuctú (de ahí es el famoso “Trucutrú”, de quien ya te he platicado). Su padre, aunque tenía excelentes relaciones con el emperador Songhai, prefirió mantener su autonomía. La madre de Amina había tenido buena disposición hacia el entrenamiento militar cuando joven y fue de ella fue la indómita Amina heredó talento para las armas. Tras la muerte de tan vigorosa madre, en 1566, el hermano mayor de Amina, Karama, ocupó el trono tras la muerte de la reina, pero el trono quedé vacante tras morir Karama en batalla. Entonces ya la guerrera estaba más que lista para asumir el cetro. Te recuerdo que en la mayoría de estas grandes civilizaciones africanas no existían restricción en las sucesiones Reales respecto al sexo. Con el imperio Songhai en franca decadencia y con los europeos merodeando por todos lados con la cruel intención de hacer a todos negros esclavos, Amina optó por fortificar sus ciudades con fuertes murallas que protegieran a los habitantes de cualquier invasor. Todas las ciudades-estado de los Hausa pronto tuvieron sus inexpugnables fortificaciones, y una vez que esta hermosa amazona tuvo bien resguardadas sus ciudades, comenzó su plan de expansión.
El declinante imperio Songhai había estado proporcionando oro y esclavos a los colonialistas europeos de forma incondicional, pero no conformes con eso los europeos se ambicionaban controlar las minas di’oro que estaban dentro del territorio de Amina. Ella no esperó a-ver-que-pasaba ni se dedicó a comer manzanas, como hacen los soldaditos rumanos de “Última Noche de Amor, Primera Noche de Guerra”, sino que atacó ella primero, todo un ejemplo de que hoy se conoce en el argot militar como “ataque preventivo”. Fue así que comenzó a conquistar territorio para su propia nación, añadiendo más ciudades –estados, expandiendo así sus fronteras y dominio militar en una extensión sin precedentes. Amina siempre marchaba a la cabeza de sus huestes y jamás retrocedía en las batallas. Llegó a dominar la que ahora es la ciudad nigeriana de Kano, importante centro de comunicaciones entonces y ahora.
Sus soldados llamaban a su excepcional comandante con el no poco machista apodo de “Yar Bakwa ta san rana”, lo cual en lengua hausa significa “Amina hija de Bakwa, mujer tan capaz como un hombre.”Otros gobernantes comenzaron a rendirle tributo, enviándole nueces de kola y eunucos como regalos. Otros le pagaban fuertes impuestos. Entre los enemigos políticos de Amina se contaban a varios reyezuelos blandengues y pusilánimes, como el califa islámico de Marruecos y el sultán Ahmed Al Mansur, quienes solamente sabían responder “sí señor” a los europeos. El más cobarde era, sin duda, Askia Isshac, el indigno último emperador Songhai.
Durante 34 años más o menos, Amina demostró que era la mejor guerrera del mundo. Pero ella no sólo destacó como invicta mujer de armas. También favoreció el comercio. Promovió la prosperidad a su nación a través de la exportación de sal, oro, corceles y algodón. Cómo potencial madre, la guerra le hizo pagar un alto precio: se le malograron tres embarazos por ir a batallar en plena gestación. Se dice que tras cada victoria la reina escogía entre los nobles y soldados del ejército vencido al caballero que más le cuadraba para pasar la noche con él. El privilegiado era asesinado a la mañana siguiente. Se cree que tras su tercer malparto la soberana quedó imposibilitada de volver a quedar encinta. También debió padecer que Zahsa, su sobrina predilecta e hija de su hermano Karama, muriera embarazada durante una de las batallas. Amina, quien la amaba como hija propia, nunca se perdonó a sí misma haber permitido que la muchachía participara en combate.
El declinante imperio Songhai había estado proporcionando oro y esclavos a los colonialistas europeos de forma incondicional, pero no conformes con eso los europeos se ambicionaban controlar las minas di’oro que estaban dentro del territorio de Amina. Ella no esperó a-ver-que-pasaba ni se dedicó a comer manzanas, como hacen los soldaditos rumanos de “Última Noche de Amor, Primera Noche de Guerra”, sino que atacó ella primero, todo un ejemplo de que hoy se conoce en el argot militar como “ataque preventivo”. Fue así que comenzó a conquistar territorio para su propia nación, añadiendo más ciudades –estados, expandiendo así sus fronteras y dominio militar en una extensión sin precedentes. Amina siempre marchaba a la cabeza de sus huestes y jamás retrocedía en las batallas. Llegó a dominar la que ahora es la ciudad nigeriana de Kano, importante centro de comunicaciones entonces y ahora.
Sus soldados llamaban a su excepcional comandante con el no poco machista apodo de “Yar Bakwa ta san rana”, lo cual en lengua hausa significa “Amina hija de Bakwa, mujer tan capaz como un hombre.”Otros gobernantes comenzaron a rendirle tributo, enviándole nueces de kola y eunucos como regalos. Otros le pagaban fuertes impuestos. Entre los enemigos políticos de Amina se contaban a varios reyezuelos blandengues y pusilánimes, como el califa islámico de Marruecos y el sultán Ahmed Al Mansur, quienes solamente sabían responder “sí señor” a los europeos. El más cobarde era, sin duda, Askia Isshac, el indigno último emperador Songhai.
Durante 34 años más o menos, Amina demostró que era la mejor guerrera del mundo. Pero ella no sólo destacó como invicta mujer de armas. También favoreció el comercio. Promovió la prosperidad a su nación a través de la exportación de sal, oro, corceles y algodón. Cómo potencial madre, la guerra le hizo pagar un alto precio: se le malograron tres embarazos por ir a batallar en plena gestación. Se dice que tras cada victoria la reina escogía entre los nobles y soldados del ejército vencido al caballero que más le cuadraba para pasar la noche con él. El privilegiado era asesinado a la mañana siguiente. Se cree que tras su tercer malparto la soberana quedó imposibilitada de volver a quedar encinta. También debió padecer que Zahsa, su sobrina predilecta e hija de su hermano Karama, muriera embarazada durante una de las batallas. Amina, quien la amaba como hija propia, nunca se perdonó a sí misma haber permitido que la muchachía participara en combate.
La reina también tenía su lado femenino amable. Adoraba a los niños y a los animales. Tenía a su camello favorito, que se llamaba Ki, Sobre el cual comía y dormía durante sus campañas. Era también de varios fino corceles de extracción árabe que le había arrebatado a unos esclavistas musulmanes. Pero su consentidazo fue el malcriado elefante Sou, quien una vez se le perdió por ¡20 días! Por andar “pajareando”. La inflexible guerrera derramó entonces las únicas lágrimas que se conoce que ella soltara en público. Afortunadamente, el travieso elefantito le fue devuelto por unos comerciantes árabes, quienes le cobraron un fabuloso rescate. Dicen quienes lo encontraron que Sou presentaba una imagen de animalito desconcertado y triste, muy sucio y con las pezuñas sin cortar, gordo por haber abandonado la estricta alimentación al que la reina lo tenía sujeto por andar comiendo cuanta porquería se encontraba en el camino.
Amina moriría en 1610, al parecer en batalla, aunque las versiones son contradictorias. Cuando se supo la noticia en Europa, muchos de los protervos comerciantes de esclavos soltaron un suspiro de alivio. Quizás ese fue uno de los tantos piropos disfrazados que esta reina coleccionó a lo largo de su vida como guerrera infatigable, monarca justa y mujer incomparable
Cuatrocientos años después de que el norte nigeriano fue testigo de estas hazañas protagonizadas por una mujer, otra Amina hizo historia, pero de una manera muy diferente: como símbolo de la aciaga subordinación a la que están sometidas las mujeres en las fanáticas regiones musulmanas. Se trata de la tristemente famosa Amina Lawal, mujer campesina y analfabeta miembro de una numerosa familia hausa musulmana. Amina dice no tener recuerdos de de su infancia (si es que tuvo alguna) y que a los 14 años se casó por primera vez. "Cuando era niña trabajaba en casa ayudando a mi madre. Luego me casé por primera vez y tuve dos hijos. Mi marido empezó a tener problemas económicos y me abandonó. Me casé por segunda vez, pero me volví a divorciar. Ésa vez fue porque mi marido me maltrataba, era impotente y me prohibía ver a mis padres". Meses más tarde, la policía islámica la detuvo con una hija recién nacida en sus brazos bajo la acusación de adulterio. Ella dijo que era hija de su nuevo novio, Jahaya Mahmud, quien la había convencido de mantener relaciones sexuales con la promesa de que se casaría con ella. “Ándale, dame la prueba di’amor”, le dijo.
Mahmud juró ante el tribunal que no era el padre de la chamaquita. “No seas mahmud y di la verdad”, le reclamó Amina, pero el Mahmud fue liberado sin cargos mientras Amina era condenada, en febrero de 2002, a ser llevada a un lugar público, enterrada hasta el cuello, y lapidada hasta la muerte. Para el tribunal islámico que la juzgó no estar casada y haber tenido una hija constituía una prueba del delito de adulterio contra anterior marido, el zoquete impotente que la maltrataba. Afortunadamente el caso trascendió a nivel internacional gracias a la intervención de varias Ong’s defensoras de los derechos humanos, lo que evitó que esta atrocidad fuese perpetrada. Esta es la paradoja que vivió el norte de Nigeria con sus dos Aminas más célebres: la campeona estratega y la víctima del fanatismo y la ignorancia actual.
Mahmud juró ante el tribunal que no era el padre de la chamaquita. “No seas mahmud y di la verdad”, le reclamó Amina, pero el Mahmud fue liberado sin cargos mientras Amina era condenada, en febrero de 2002, a ser llevada a un lugar público, enterrada hasta el cuello, y lapidada hasta la muerte. Para el tribunal islámico que la juzgó no estar casada y haber tenido una hija constituía una prueba del delito de adulterio contra anterior marido, el zoquete impotente que la maltrataba. Afortunadamente el caso trascendió a nivel internacional gracias a la intervención de varias Ong’s defensoras de los derechos humanos, lo que evitó que esta atrocidad fuese perpetrada. Esta es la paradoja que vivió el norte de Nigeria con sus dos Aminas más célebres: la campeona estratega y la víctima del fanatismo y la ignorancia actual.
viernes, 28 de agosto de 2009
Cartas a la Reina de Corazones 3: Kahina de Mauritania

Reina:
Es el pueblo bereber amo absoluto del gran desierto del Sahara y el protagonista principal de la historia del Magreb, sin que por mucho tiempo se hayan reconocido sus innegables aportaciones a lo que hoy es el África musulmana. Desde el inicio de su antiquísima civilización los bereberes (con su rama principal tuareg) viven diseminados en las zonas costeras del Mediterráneo Norafricano y en amplios núcleos del interior de países modernos como Túnez, Argelia, Marruecos, Mauritania, Níger y Mali.
Quienes se quedaron en las orillas del mar desarrollaron desde hace siglos una civilización rural sedentaria, mientras los que se adentraron en el desierto son, hasta la fecha, nómadas dedicados a la cría de ovejas, cabras y bovinos.
El norte de África fue colonizado y dominado sucesivamente por cartaginenses, romanos y árabes, pero no sin que se verificaran constantes sublevaciones de los reinos bereberes, un pueblo amante de la libertad. En el siglo VI de la Era Cristiana llegaron los bizantinos, que restablecieron la administración y economía romanas, destruidas por los vándalos, y la ortodoxia católica. Los bereberes del interior, mientras tanto, siguieron con su vida nómada y organización tribal atacando con frecuencia las ciudades cercanas en busca de botín.
Es el pueblo bereber amo absoluto del gran desierto del Sahara y el protagonista principal de la historia del Magreb, sin que por mucho tiempo se hayan reconocido sus innegables aportaciones a lo que hoy es el África musulmana. Desde el inicio de su antiquísima civilización los bereberes (con su rama principal tuareg) viven diseminados en las zonas costeras del Mediterráneo Norafricano y en amplios núcleos del interior de países modernos como Túnez, Argelia, Marruecos, Mauritania, Níger y Mali.
Quienes se quedaron en las orillas del mar desarrollaron desde hace siglos una civilización rural sedentaria, mientras los que se adentraron en el desierto son, hasta la fecha, nómadas dedicados a la cría de ovejas, cabras y bovinos.
El norte de África fue colonizado y dominado sucesivamente por cartaginenses, romanos y árabes, pero no sin que se verificaran constantes sublevaciones de los reinos bereberes, un pueblo amante de la libertad. En el siglo VI de la Era Cristiana llegaron los bizantinos, que restablecieron la administración y economía romanas, destruidas por los vándalos, y la ortodoxia católica. Los bereberes del interior, mientras tanto, siguieron con su vida nómada y organización tribal atacando con frecuencia las ciudades cercanas en busca de botín.
El pueblo bereber, siempre apegado a sus tradiciones, a su marco geográfico y a su organización igualitaria, opuso una resistencia tenaz a la invasión árabe, lo mismo que había resistido a los dominadores anteriores. Con la caída de Egipto en el 642, los árabes hicieron incursiones hacia el oeste y en el 649 llegaron por primera vez a Ifrikiya (hoy en Túnez) sin apenas encontrar resistencia bizantina, pero sí por parte de algunos grupos bereberes. Años después los árabes derrotaron definitivamente a los bizantinos e incorporaron toda la zona al mundo islámico. En el 675 el líder bereber Kusayla se convirtió al Islam y con él la mayoría de sus seguidores del Magreb central. Hizo un pacto con los árabes y los ayudó a expulsar definitivamente a los bizantinos. Sin embargo, los árabes no respetaron su parte del contrato e iniciaron una larga incursión conquistadora. El reino bereber no aceptó la soberanía de un califa lejano y desconocido. En el 690 los árabes contraatacaron y destruyeron a Kusayla tomando importantes bastiones bereberes del interior, pero sin lograr omar del todo al reino rebelde.
Es entonces que los bereberes deciden nombrar como su reina a Dahia al Kahina de Mauritania. En ese momento (año 690) ella fungía como la principal sacerdotisa de los pueblos bereber y tuareg nómadas. Tras ser coronada, no tardó en formar un ejército integrado por sus fieros bereberes y lo que quedaba de las tropas de Bizancio y de su reino Bereber. Todos los historiadores la consideran una implacable luchadora por la libertad de su pueblo y líder indiscutible de la resistencia contra la dominación del islam.
Al Kahina, que en árabe quiere decir "la sacerdotisa", presentó su heroica resistencia en lo que hora es Argelia, pero que en aquel entonces era denominado como “la Mauritania”, por eso se le conoce como Dahia al Kahina de Mauritania aunque su reino no coincida geográficamente con la actual Mauritania. Los historiadores musulmanes la han descrito como sumamente bella en su juventud, de abundante y larga cabellera oscura y madre de tres hijos (dos varones y una chamaquita). Incluso se le atribuían facultades de profetisa. Otra característica interesante fue que la religión que profesaban los bereberes nómadas de Dahia era la judía, en contraposición con las religiones de los pueblos dominadores, cristianos y musulmanes.
Cuando Dahia asume como reina bereber era ya viuda y ya estaba más que grandecita No se conoce bien la fecha de su nacimiento, pero rondaba los 65 años. Pese a su edad derrotó con su astucia de genial estratega militar a los árabes en las batallas de Tehuda, Wadi y Meskiana Con estas victorias fue capaz de perseguir a los árabes hasta Cirenaica, (en la actual Libia). La tenaz y efectiva resistencia de la Kahina retrasó la conquista árabe por décadas, pero no la pudo vencer. Los árabes, más fuertes y organizados, terminaron por imponer una política de terror con los pueblos aliados de la Kahina en todo el territorio norafricano. Con su coalición debilitada, el reino bereber empezó a ceder poco a poco, hasta que en la definitiva batalla de Tarfa la Kahina fue derrotada y asesinada por sus adversarios árabes. Donde encontró la muerte conserva aún el nombre que le dieron los mismos árabes eb honor a su digna adversarias: Bir al-Kahina ("Oasis de la Kahina").
En la vigilia del último combate, la Kāhina, sabedora de su irremediable y trágico destino, pidió a sus dos hijos no luchar a su lado y aliarse con los vencedores antes de la batalla. Por consiguiente, el emir árabe nombró, tras la conversión de estos al Islam, al hijo mayor gobernador del Aures, y al otro hijo jefe de las milicias bereberes de Gerawa.
Esta es la historia de esta otra reina valiente y extraordinaria que nos da desde el continente africano un formidable paradigma de pundonor, dignidad, inteligencia y estoicismo. Injustamente olvidada por la historia, hoy la rescato para ti en esta cartita que te escribo con mucho amor.
Esta es la historia de esta otra reina valiente y extraordinaria que nos da desde el continente africano un formidable paradigma de pundonor, dignidad, inteligencia y estoicismo. Injustamente olvidada por la historia, hoy la rescato para ti en esta cartita que te escribo con mucho amor.
Te quiere mucho
Aguirre
lunes, 10 de agosto de 2009
Cartas a la Reina de Corazones 2: Yaa Asantewa de Ghana

Reina:
¡No sabes el gusto que me da escribirte estas cartas sobre las reinas injustamente olvidadas de la historia y aprender juntos sobre tan maravillosas personalidades femeninas! Hoy te quiero hablar de la reina Yaa Asantewa (1850-1921) y de su heroico y civilizado pueblo Ashanti. Se trata de una de las figuras más reverenciadas de la historia de Ghana. Encabezó una gallarda resistencia en contra de los colonizadores británicos. La mayor parte de los habitantes de la región de Ghana y Costa de Marfil pertenecen al grupo étnico Ashanti (de ahí agarró su nombre una cantante contemporánea) cuya cultura es una de las más interesantes del mundo. Por siglos habían luchado denodadamente por mantener su independencia y para evitar ser esclavizados por los europeos, quienes se instalaron en la actual Accra donde fundaron donde establecieron uno de los mas ominosos centros de trata de esclavos del continente. En 1900 el Gobernador británico de Accra derrotó al rey Ashanti, fundó la colonia británica de Costa de Oro y exigió a las autoridades la entrega el Taburete Dorado, máximo objeto de veneración y símbolo de soberanía e independencia de los Ashanti. Temerosos de emprender otra guerra contra los británicos sin posibilidades de triunfo, los líderes Ashanti estaban decididos a acceder. Pero entonces, muy indignada, Yaa Asantewa, Reina Madre y guardiana del Taburete Dorado, se puso en pie y dijo, “¡No puedo creerlo! Si ustedes, los hombres Ashanti no resisten dignamente, entonces nosotras las mujeres lo haremos. Nosotras lucharemos contra los blancos hasta que la última caiga en los campos de batalla”. Avergonzados, los guerreros Ashanti nombraron a Yaa Asantewa reina con plenos poderes para que encabezara a la nación en la última guerra ashanti contra los británicos.
La cultura ashanti presenta muchos rasgos matriarcales importantes. La figura de la madre es muy venerada y las mujeres son entrenadas para participar en todos los aspectos importantes de la vida, incluida la guerra. La reina Asentewa movilizó a más de 30,000 guerreros e impuso un cerco de tres meses al fuerte británico de Kumasi. Los ingleses se vieron forzados a llevar a miles de soldados y artillería para romper el sitio. Poco después, en una inicua venganza, las tropas británicas destruyeron numerosas poblaciones ashanti y confiscaron sus tierras. Capturaron a la Reina Yaa Asantewaa y la desterraron a las Islas Seychelles, en la costa del este de África, mientras la mayoría de los jefes fueron hechos prisioneros. Veinte años después, Yaa Asantewa murió en el destierro mientras los británicos establecían la colonia de Costa de Oro y mantenían secuestrado el Taburete Dorado para mayor humillación de los ashanti.
¡No sabes el gusto que me da escribirte estas cartas sobre las reinas injustamente olvidadas de la historia y aprender juntos sobre tan maravillosas personalidades femeninas! Hoy te quiero hablar de la reina Yaa Asantewa (1850-1921) y de su heroico y civilizado pueblo Ashanti. Se trata de una de las figuras más reverenciadas de la historia de Ghana. Encabezó una gallarda resistencia en contra de los colonizadores británicos. La mayor parte de los habitantes de la región de Ghana y Costa de Marfil pertenecen al grupo étnico Ashanti (de ahí agarró su nombre una cantante contemporánea) cuya cultura es una de las más interesantes del mundo. Por siglos habían luchado denodadamente por mantener su independencia y para evitar ser esclavizados por los europeos, quienes se instalaron en la actual Accra donde fundaron donde establecieron uno de los mas ominosos centros de trata de esclavos del continente. En 1900 el Gobernador británico de Accra derrotó al rey Ashanti, fundó la colonia británica de Costa de Oro y exigió a las autoridades la entrega el Taburete Dorado, máximo objeto de veneración y símbolo de soberanía e independencia de los Ashanti. Temerosos de emprender otra guerra contra los británicos sin posibilidades de triunfo, los líderes Ashanti estaban decididos a acceder. Pero entonces, muy indignada, Yaa Asantewa, Reina Madre y guardiana del Taburete Dorado, se puso en pie y dijo, “¡No puedo creerlo! Si ustedes, los hombres Ashanti no resisten dignamente, entonces nosotras las mujeres lo haremos. Nosotras lucharemos contra los blancos hasta que la última caiga en los campos de batalla”. Avergonzados, los guerreros Ashanti nombraron a Yaa Asantewa reina con plenos poderes para que encabezara a la nación en la última guerra ashanti contra los británicos.
La cultura ashanti presenta muchos rasgos matriarcales importantes. La figura de la madre es muy venerada y las mujeres son entrenadas para participar en todos los aspectos importantes de la vida, incluida la guerra. La reina Asentewa movilizó a más de 30,000 guerreros e impuso un cerco de tres meses al fuerte británico de Kumasi. Los ingleses se vieron forzados a llevar a miles de soldados y artillería para romper el sitio. Poco después, en una inicua venganza, las tropas británicas destruyeron numerosas poblaciones ashanti y confiscaron sus tierras. Capturaron a la Reina Yaa Asantewaa y la desterraron a las Islas Seychelles, en la costa del este de África, mientras la mayoría de los jefes fueron hechos prisioneros. Veinte años después, Yaa Asantewa murió en el destierro mientras los británicos establecían la colonia de Costa de Oro y mantenían secuestrado el Taburete Dorado para mayor humillación de los ashanti.
La cultura ashanti es muy, muy rica. Es famosa por su cerámica, su arquitectura en adobe (como el lomito adobado) sus estatuas y sus textiles. También mucho destacan su mitología y la interesantísima simbología Adinkra. Hablamos de una civilización que durante los siglos XVIII y XIX fue capaz de constituir un poderoso reino capaz de establecer una forma de gobierno muy sólida. Tuvo sus orígenes en el enriquecimiento que supuso la exportación de oro durante el periodo de 1550 a 1650. En el año 1697 el Asantehene (rey) Osei Tutu, unificó bajo su mandato a todo el pueblo ashanti, creando el poderoso Reino de Ghana, bautizado así como reminiscencia de un imperio cuasi mítico bastante anterior. Para extender el poder de su reino, Osei Tutu, junto con su sacerdote principal, cambió la constitución y la regalía ceremonial (telas, ornamentos, y decoraciones). Especial importancia le dieron al trono real, que más que trono es una especie de taburete que era todo di’oro. La leyenda dice que este Taburete Dorado que había descendido del cielo y simbolizaba la nación de Ashanti. También se creó la fiesta nacional "Odwira" en que anualmente los asanti se congregan después de la cosecha del ñame (cacao) para celebrar su unidad con su reino.
Su mitología tiene, entre otros interesantes personajes, a Anansi, hijo de Nyame, dios de los cielos y de Asase Ya, diosa de la tierra y de la fertilidad. Anansi, conocido también con "La Araña", es un intermediario entre Nyame y los seres vivos de la tierra. El es el responsable de traer la lluvia y de controlar las fronteras de los océanos y de los ríos durante las inundaciones. Anansi, es considerado como el creador del sol, de la luna y de las estrellas, mismas que te piensa bajar pronto el osito. También instituyó la sucesión del día y de la noche y creó el primer hombre, a quien Nyame insufló la vida, y enseñó a la humanidad cómo sembrar el grano, cómo utilizar herramientas en los campos y como tejer. El tejido es primordial en la cultura Ashanti y los tejedores y tejedoras son reverenciados.
Otro aspecto apasionante de los ashanti es la simbología Adinkra. Se trata de una muy amplia colección de símbolos que representan conceptos o aforismos. Son usados como ornamento en ropas, tejidos, logotipos, etc. Se usan mucho en las bufandas ceremoniales.
En la actualidad la memoria de la reina Yaa Asantewaa Festival es honrada todos los meses de agosto en un fastuoso festival que es toda una explosión de música, poesía y colores. Es ahí donde se hace la tradicional intercambio de kentes, esas preciosas bufandas ceremoniales que son tan apreciadas por los ashanti. Los significados de los kentes son muy profundos. Al intercambiar un kente se establece una asociación fraternal entre los involucrados de amistad, amor, solidaridad y comprensión. Asimismo, los kentes se tejen para celebrar acontecimientos trascendentales o a personas muy destacadas. Los grandes personajes de la historia del pueblo ashanti tienen su propio estilo de kente. Por ejemplo, al fundador de la moderna Ghana le hicieron su Kente-Nkrumah, al ex secretario general de la ONU su Kente-Annan y, evidentemente, a nuestra valiente reina de hoy su Kente-Asentewa.
Aguirre
lunes, 13 de julio de 2009
Cartas a la Reina de Corazones 1: Nzinga de Ndongo

Reina de Corazones:
Pensando en temas bonitos para tratar en estas cartitas de domingo de reina y evitar caer en la fruslería de hablar de la vida cotidiana se me ocurrió que sería interesante hablar de reinas destacadas de la historia. Claro, lo primero que pensé fue en abordar a majestades gigantescas como Isabel I, Catalina la Grande, Teodora de Bizancio o Isabel la Católica, pero reconsideré y, de acuerdo contigo, dedicaré este espacio a rescatar la memoria, para nosotros, de reinas no tan conocidas pero que, sin embargo, se destacaron por su gallardía, inteligencia, dignidad, buen gobierno e incluso –alguna- por su crueldad.
Investigando sobre el tema, descubrí que hay una cantidad interesante de reinas africanas que sobresalieron de forma extraordinaria en la historia de sus desdichados pueblos. Por eso las elegí para iniciar con este ciclo de reinas africanas, todo ellas magníficas personalidades injustamente olvidadas por la historiografía occidental, pero que en sus naciones son, hasta la fecha, heroínas nacionales.
Has de saber, reinita de mi corazón, que antes de que llegaran los colonizadores a asolar a África existía ahí una gran cantidad de reinos e imperios que por los siglos florecieron y decayeron. El papel de la mujer en estos lares era mucho más destacado del que se le permitía tener a la sazón en Occidente y en Oriente, de ahí que no fuera raro encontrar reinas gobernando a muchas de estas naciones. Uno de estos reinos era el mbundu de Ndongo, ubicado en lo que ahora es Angola. Al rey de Ndongo se le daba el título de “Ngola”, de ahí el nombre de la nación actual. Hacia mediados del siglo XVI los portugueses llegaron al reino de Ndongo y establecieron la ciudad de Luanda (hasta la fecha capital del país Angola), la cual fue convertida en su centro de operaciones para el desarrollo del mercado de esclavos con destino a América (sobre todo a Brasil). Salía una media anual de 10,000 esclavos, convirtiéndose Luanda, junto con Costa de Oro (la actual Ghana, de donde son los Kentes Nkrumas) y Senegal en los principales exportadores de esclavos del continente. El pusilánime Ngola de Ndongo, a cambio de la independencia de su reino, colaboraba con los portugueses en la captura de esclavos de otros reinos vecinos, con la condición de que se respetara a sus súbditos, pero muy pronto las exigencias de los pérfidos portugueses fueron aumentando y con ellas el desacuerdo respecto a las condiciones que los portugueses imponían al Ngola, la más ominosa de ellas: la exigencia de que todos los “ndonguenses” se bautizasen en la religión católica.
Ah, pero las cosas cambiarían pronto. En 1580, nacía una mujer extraordinaria, Nzinga Mbandi, cuyo nombre es, hasta la fecha, símbolo de la lucha por la independencia que Angola mantuvo contra Portugal. Mujer de extraordinaria inteligencia era hermana de Ngola y a ella le correspondían los derechos de sucesión al trono, ya que contra la costumbre europea ésta no se transmitía de padre a hijo sino de hermano a hermano o hermana. No existía casi en ningún reino africano restricciones sucesorias a causa del sexo.
Nzinga Mbandi aprendió a hablar portugués e incluso holandés (por ahí andaban también esos canijos) y ejerció como la principal consejera política de su hermano y como representante diplomático ante el reino de Portugal, siendo ella la firmante de varios acuerdos y tratados con los portugueses. Como muestra de buena voluntad, tras la firma de uno de estos tratados, se hizo bautizar como Doña Ana de Sousa. En 1624, tras la muerte de su hermano, llega al trono y casi de inmediato abandona su nombre cristiano, al igual que sus hermanas Kifunji y Mukumbu (Gracia y Bárbara). Las arbitrariedades de los portugueses habían sido ya demasiadas. La Nueva Ngola Nzinga se marcó como objetivo recuperar la independencia política y territorial de su pueblo ante los portugueses quienes, temerosos de perder el dominio del territorio y, por lo tanto, su lucrativo e infame negocio del tráfico de esclavos, Nzinga Mbandi y nombran a un nuevo rey palero. Ella abandona el reino, instalándose en la región vecina de Matamba (de ¡Matamba, dijo la changa!) y crea ahí un reino, el cual se dedica a la formación de una gran alianza entre todos los reinos locales enemigos de Portugal, incluyendo a los holandeses. Después de unos años de esfuerzo, en 1630 levanta un gran ejército en el que participan los reinos de Matamba, Kasanje, Congo, Dembo, Kissama y los Pueblos del Planalto Central.
Nzinga demostró entonces sus grandes capacidades de liderazgo, organización y mando. L

Pero pronto llegarían los reveses. En octubre de 1647, su hermana Kifunji, que importante dirigente religiosa y miembra clave de su gobierno, pierde la vida envenenada. Poco más tarde, en una emboscada, es hecha prisionera su hermana Mukumbu, la cual es arrojada a la hoguera. El 10 de agosto de 1648, Nzinga sufrió una gran derrota cuando Luanda es recuperada por las fuerzas portuguesas. Tras esta derrota, la reina se retiró nuevamente al reino de Matamba, el cual no pudo ser conquistado por los portugueses en tanto la reina Nzinga se mantuvo con vida, cosa que sucedió hasta en 1663. Y por eso yo digo:
Angola,
Angola,
Angola,
¡No estás sola!
Angola,
Angola,
¡No estás sola!
Te preparé reinita, una minipresentación con imágenes relativas a la reina NZinga la cual viene anexa. Ojalá te guste. Le puse música africana, A eta sí hazle clic para avanzar, ya que está cortita.
Te mando muchos besos en tu domingo de Reina.
Aguirre
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