lunes, 27 de enero de 2014

Primera Guerra Mundial: Los Orígenes


 
Todos los grandes acontecimientos históricos poseen grados de complejidad y tratar de buscar una singular causa que los genere produce, por lo general, desilusiones. Esto es particularmente cierto en el caso de la Primera Guerra Mundial, hecatombe cuyo origen ha sido y es hoy, a cien años de distancia, objeto de una gran cantidad de teorías. Muchos historiadores anglosajones se van por el camino más fácil y sencillamente explican que la causa de la guerra fue exclusivamente el expansionismo alemán. Para esta visión reduccionista todo fue culpa de las ambiciones excesivas del Kaiser y de los Junkers, y se hace caso omiso de las complejidades de la política de aquel entonces. Esta hipótesis  fue concebida y postulada, desde luego, incluso antes de que la propia guerra hubiese terminado. Los gobiernos aliados explicaban que la agresión del antidemocrático Imperio Alemán obligó a las potencias de la Entente a ir la guerra para defender no sólo el equilibrio de poder, sino la supervivencia de la civilización occidental. La existencia de un gran plan militar alemán, concebido por el jefe del Estado mayor del II Reich Alfred Graf von Schliffen, es aún hoy para muchos prueba fehaciente de que los alemanes poseían una inquebrantable vocación agresora. Sin embargo, esta perspectiva ignora el impacto y trascendencia de los acontecimientos que ocurrían más allá de Alemania. Gran Bretaña había seguido una política de exclusión de los estados rivales de grandes extensiones de África y Asia con el fin de proteger sus intereses comerciales. La competencia interna por el poder entre las élites de Austria y Hungría contribuyó decididamente al desarrollo de un importante partido "pro guerra " en el imperio de los Habsburgo. El deseo, se diría la obsesión, de Francia de recuperar el prestigio y los territorios perdió en la guerra franco-prusiana aumentó de la beligerancia de su diplomacia. Tras su humillante derrota ante Japón en la guerra de 1905, Rusia inició un programa de rearme masivo de Rusia que prendió todas las alarmas en Alemania.

Por su parte, la escuela marxista sostienen que en 1914 la guerra era inevitable no a causa de las acciones individuales de cualquier Estado, sino porque la estructura de un orden mundial imperialista y el sistema económico capitalista la hacían ineludible. La industrialización de las grandes potencias provocaba un creciente apetito por adquirir nuevos mercados y recursos naturales, lo que impelía a los Estados europeos a conquistar nuevas y extensas posesiones coloniales. Sin embargo, el determinismo subyacente de este análisis no tiene en cuenta el impacto de las decisiones individuales, siempre tan influyentes en el caprichoso devenir histórico. Estados europeos se habían enfrentado sobre el tema de las posesiones coloniales imperiales desde hacía décadas y , sin embargo, la guerra se evitó muchas veces antes de 1914. Como Margaret MacMillan señala, para los países involucrados, " siempre había una opción."

Una tercera escuela de autodefine como "de culpabilidad múltiple", y expone que el conflicto del 14 estalló a causa de los graves errores, omisiones, precipitaciones y malas interpretaciones de las elites políticas y militares. Esta postura es representada, cobre todo, por Barbara Tuchman y, más recientemente, por Niall Ferguson y Sean McMeekin. Esta interpretación destaca que después de haber conocido grandes estadistas en el siglo XIX (Disraeli, Gladstone, Bismarck, etc.) Europa se vio de repente gobernada por mediocres élites políticas y militares. Tuchman culpa " estadistas y diplomáticos abrumados, equivocados y en ocasiones mendaces que tropezaron en una catástrofe cuyos horrores no podían ni imaginar.” Para  McMeekin los estadistas de la época simplemente “no estuvieron a la altura de las circunstancias”, y Ferguson alega que los gobernantes europeos actuaron más en atención de sus necesidades locales que con una perspectiva global y de largo plazo.

Pero este enfoque tiene el defecto de enfatizar demasiado las decisiones políticas y olvida un tanto los contextos económicos y militares más. Historiadores como Christopher Clark y Margaret MacMillan emplean métodos analíticos en los que aceptan que  las decisiones adoptadas durante la crisis fueron, sin duda, importantes, pero deben considerarse en el contexto de las instituciones en las cuales se tomaron, así como las ideologías, las psicologías, y las complejidades históricas que las enmarcaron . La exposición de Clark incluye una descripción detallada de la evolución del movimiento ultra nacionalista en Serbia que facilitó el asesinato de Franz Ferdinand (trágicamente una de las voces más poderosas para la paz en Austria) y examina cómo fue que varias decisiones y acontecimientos entrelazados fueron causa de la hecatombe.

Evidentemente, para comprender los distintos enfoque que existen sobre el origen de la Primera Guerra Mundial hay que entender el panorama mundial particular que a cada historiador le ha tocado vivir. Los orígenes de la escuela clásica que culpa a Alemania de la tragedia son políticos. Los historiadores marxistas abiertamente escribieron para un doble propósito donde la comprensión histórica iba de la mano con una ideología política prescriptiva. El trabajo de Tuchman y McMeekin refleja sus propios contextos históricos. Tuchman escribió en el apogeo de la Guerra Fría, cuando -al igual que en 1914- las pifias de las élites políticas podrían llevar a un Armagedón global. Las visiones más contemporáneas conviven con las complejidades del mundo de la posguerra fría. Estas contextualizaciones para nada invalidan el trabajo del historiador. Es, inevitablemente, el producto del su propio contexto y de preconcepciones inevitables. Esto es lo que hace que la historia de una disciplina tan rica y vital. El historiador debe dominar los distintos elementos de análisis y entender que el objetivo final no es alcanzar la verdad, sino la comprensión.

viernes, 3 de enero de 2014

La Escuela de Pirrón

All true language is incomprehensible, like the chatter of a beggar's teeth." Antonin Artaud.

¿Cuántas cosas han en este mundo que sólo se resuelven dejándolas sin resolución?

 

Dicen que las mentiras tienen piernas cortas, ¡Ah pero como saben hacer zancadillas!

El ciego amor jamás ha sido capaz de discernir donde acaba dios y donde empieza satán.

“Toda la música tiende al silencio.” ― Giovanni Papini

"¿Es la prisa la pasión de los necios?", se preguntaba Pascal.

“Se me debe exigir que busque la verdad, pero no que la encuentre.” ― Denis Diderot

No persons are more frequently wrong, than those who will not admit they are wrong.” ― François de La Rochefoucauld
 

Centenario de la Primera Guera Mundial (1914-2014)

 

 
El año que acaba de comenzar se cumple el centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial, uno de los grandes dramas vividos por la humanidad. Se espera que aparezca a los largo de los próximos meses una avalancha editorial de libros y publicaciones que aborden el tema. En esta pequeña columna de La Cueva del Oso Bruno y en Villa Arpinti estaremos muy pendientes sobre mucho de que se diga, escriba y haga en torno a esta conmemoración. Asimismo, en 30 Días.mx haremos constante remembranza de algunos de los hechos históricos y personales que configuraron esta gran tragedia.
Por lo pronto, vale la pena empezar a armarse con algunas de las novedades editoriales que ya aparecieron publicadas en nuestro idioma y que, esperamos, estén muy pronto disponibles en las librerías mexicanas, aunque para lo que somos fans del Kindle adquirir esta interesantísima literatura es algo más práctico y sencillo.  Empiécese, si se quiere, por la novela histórica 14, de Jean Echenoz (Anagrama) una breve narración en la que pese a que el argumento principal y los protagonistas son ficticios, se ofrece un buen análisis y una mirada diferente de lo que fue la Gran Guerra y de cómo ésta se vivió por las personas de a pie, tanto en el frente como lejos de él. Novelita ligera que ha tenido una recepción controvertida por parte de la crítica (muchos la aborrecen), pero creo que puede ser una introducción interesante para después pasar a leer libros históricos especializados como el de La Primera Guerra Mundial, publicado por Crítica, obra de Michael Howard, para muchos uno de los mejores historiadores militares vivos. Un muy buen resumen en un solo volumen que presenta la contienda en un contexto amplio con una prosa amena.
Otro extraordinario historiador militar es Max Hastings que en 1914: El Año de la Catástrofe (Crítica) no solo analiza las batallas y el desarrollo estrictamente militar sino (como lo hace en sus obras sobre la Segunda Guerra Mundial) también presenta un buen número de testimonios y documentación de los civiles. Otro libro que ha recibido muy buenas críticas es 1914-18: Historia de la I Guerra Mundial (Debate), de David Stevenson un análisis muy bien fundado y una guía segura para el lector. Extraordinariamente documentado, el autor divide en cuatro partes que corresponden a otras tantas fases del conflicto: estallido, escalada, resultado y legado. Se incluye una nota en la que se explican algunos términos militares y navales. Muy buena obra de consulta general, erudita y completa, tal vez demasiado abrumadora para el lector novel, pero que vale la pena tener en una biblioteca sobre la Primera Guerra Mundial.
 
En La Primera Guerra Mundial, (Crítica) Hew Strachan ofrece un interesantísimo resumen en un solo volumen de lo que fue la Gran Guerra, una síntesis de lo que será su obra magna en tres volúmenes sobre el tema, del que por ahora sólo ha sido publicado el primero, To Arms (que tiene más de1,250 páginas). Un libro original por su organización y temática, muy interesante y que representa una forma diferente de conocer lo que fue la guerra ya que no se sigue un esquema estrictamente cronológico, sino que aborda el tema tal y cómo si se desplegase una red. Analiza también de forma particular cómo la contienda afectó a y se desarrolló en las colonias europeas en África y Asia, un tema que a veces se deja un tanto de lado.
Será la editorial Turner la encargada de publicar 1914: de la paz a la guerra de Margaret Macmillan, Esta es una de las obras más esperadas sobre el tema. La autora, bisnieta del primer ministro  premier británico David Lloyd George, escribió hace unos años un aclamadísimo libro sobre el Tratado de Versalles (París 1919: seis meses que cambiaron al mundo), y ahora viaja al extremo opuesto del conflicto, justo a sus causas, para desentrañar  la red de alianzas, los tratados, las intrigas que condujeron a la que se convirtió en la mayor contienda que había vivido el mundo hasta entonces. Macmillan se plantea si se pudo evitar el estallido de la guerra y llega a la conclusión de que sí, de que fue un enfrentamiento que pudo haberse impedido incluso hasta el último momento.
También se espera para este año una reedición del gran clásico Los Cañones de Agosto, de la magnífica historiadora Barbara Tuchman, un completo imprescindible para quienes amamos la historia. La versión original de este libro data de 1962 y, desde entonces, se ha convertido en un libro obligado. Por cierto que de Tuchman, también es sumamente recomendable (en realidad, todo es recomendable de esta impecable historiadora) el libro El Telegrama Zimmermann, que tanto nos compete a los mexicanos. Dos espléndidas obras escritas con un inmpecable estilo literario y una acuciosidad impresionante.
Esto se puede decir, de forma muy sucinta, sobre algunas de las obras que están o estarán  disponibles en español. Desde luego, falta la literatura. Pocos acontecimientos históricos han inspirado tantas obras literarias como la primera guerra mundial. En nuestras próximas editoriales abordaremos el tema.