miércoles, 1 de junio de 2011

Mi primo el Cyber-utopista

 Este año tuve la fortuna de recuperar a un muy querido primo-hermano al que por esos caprichosos "azares del destino" jamás traté en el pasado, pero que resultó ser un personaje de los más agradable, generoso y entretenido. Mi primazo y yo hemos gozado de muy agradables veladas, así como con ganas de recuperar el tiempo perdido, y en una de esas nos hemos ensartado en tremanda discusión Resulta que mi redescubierto pariente es un convencido cyber-utopista que defiende a ultranza  las potencialidades de las redes sociales para generar una "nueva política, una "genuina" democracia y un nuevo tipo de ciudadano. El primo está entusiasmado hasta casi la lágrima de ver estas movilizaciones espontáneas y sin liderazgos, formas nunca antes vistas de movilización, que habrán de transformar de forma definitiva y positiva los métodos en que nos gobernamos.
"Pues que clase de analista eres", me cuestiona el hijo de mi tía, y yo le respondo que uno de esos que no toman en serio nada y se burlan de todo, impolutos ciudadanos incluidos, desde luego. Inútilmente trato de explicarle que estoy de acuerdo que la democrcia representativa  democracia atraviesa una enorme crisis de credibilidad y de confianza y que el  internet y las redes sociales pueden tener un impacto evidente en la fenomenología política, pero que dudo que llegue a ser  una influencia determinante capaz de alterar las nociones sobre lo político, que heredamos de los griegos de hace dos mil quinientos años. Mi entusiasta primo me censura implacable cada vez que trato de echar por tierra su cyber-optimismo exacerbado "Sólo sabes ver al pasado", "No entiendes el futuro, que ya está aquí" y me anuncia que las movilizaciones de la Puerta del Sol en España y otras similares que ya llegaron o no tardarán en llegar son el umbral de una era nueva y feliz donde, por fin, arribaremos a la verdadera democracia gracias a que internet nos permite comunicarnos de manera directa de ciudadano a ciudadano (esos "solitarios del internet", los llama mi primo todo emocionado) y que ya hace imposible cualquier intento de censura por parte de los malvados gobiernos ("ahí tienes los históricos wikileaks").  Y para el caso mexicano me anuncia el mi entrañable pariente que el cambio ya está en marcha, que el movimiento que encabeza Javier Sicilia es la mecha que encenderá el gran incendio ciudadano, e incluso establece una fatal dicotimía: "en México estamos al borde de una brutal represión o de un cambio profundo de sistema".
Por más que trato de darle las razones de mi escepticismo al respecto de lo "revolucionarias" que puden ser las redes sociales, mi primazo me descalifica como "vejete" "obsoleto" y otros epítetos por el estilo, es por eso que escribo este post para recomendarle un libro que ya se está volviendo un clásico sobre este tema tan novedoso del cyber-utopismo. Se trata de The Dark Side of Internet Freedom, del investigador  Evgeny Morozov, quien se muestra escéptico ante el potencial de Internet y las redes sociales para alterar de forma significativa la política, y nos advierte  que como toda nueva tecnología en una sociedad del riesgo como la que vivimos, internet es un arma de doble filo, usada tanto por los defensores de la democracia, como por sus enemigos.


Para los cyber utopistas como mi primo la exitencia de twitter y facebook son explicaciones, necesarias y suficientes de las movilizaciones que han exprimentado naciones como Túnez, Egipto España y otras más en tanto vehículos de coordinación, y difusión de información. También ven en los Wikileaks la imposibilidad de que los Estados censuren la información, lo que acarreará, evidentemente (según ellos) una mejora sustancial, revolucionaria, en la calidad de nuestras democracias. Los optimistas del internet alegan que las redes sociales son el Primum Mobile de las revueltas y que estas no hubieran tenido lugar sin los trinos, las imágenes y las convocatorias difundidas a través de la red. Sin embargo, para Morozov esta visión puramente optimista de las redes sociales es falaz, y esto es así, porque no permite ver todas las dimensiones de la fenomenología política después del advenimiento de las redes sociales.


El alegato cyber-utopista es maniqueo y carece de fuerza analítica, e incluso puede resultar contraproducente si no se asume una actitud reflexiva ante el hechpo de que el internet no es simplemente una la tierra sin dueño, sino que es un instrumento susceptible a ser controlado por manipuladores sin escrupulos, dictadores, y políticos con tendencias autoritarias.  La tecnología, amoral en su naturaleza, puede ser tan aliada de la libertad como del control y la vigilancia. Por eso asignarle a las redes sociales un papel esencialmente liberador es un error. Sé que me voy a llevar otro regaño por "obsoleto", pero no está de más recordar que la protesta popular ya existía en la era preinternet . Ni los jacobinos, ni los bolcheviques, ni los protagonistas del mayo francés y de nuestro movimiento estudiantil tenían perfil en Facebook ni exponían su pensamiento encorsetado en textos de 140 caracteres. Los movimientos sociales y sus demandas trascienden los soportes tecnológicos. En Egipto pesó más la enorme tasa de desempleo y el aumento incontrolado de los alimentos que todo el poder de la era cibernética. En España algo tendrá que ver que el 40% de los jóvenes menores de 40 años se encuetren en el paro. Y no se trata de rechazar las nuevas tecnologías pero si debe abandonarse toda pretensión de determinismo tecnológico que poco aporta en la necesaria comprensión de la complejidad de la fenomenología política en nuestra "modernidad tardía". 


Evidentemente, los movimientos sociales y políticos  no pueden cegarse a las posibilidades de Internet, pero los movimientos verdaderamente responsables tienen la obligación de estar atentos a su función, siempre cuestionando cuidadosamente el papel de estas en nuestra sociedad, nuestra política y hasta nuestra vida privada. Recuérdese que cosas parecidas a las que oímos ahora se oyeron cuando surgió la televisión. Muchos optimistas lo vieron como un potencial agente liberador, y acabó siendo el principal mecanismo de control y manipulación en manos del poder político y un agente promotor de la falta de profundidad y el desdibujamiento ideológico. Si no tenemos cuidado, con el internet nos puede pasar lo mismo. A fin de cuentas, la política vía la dicotomía Facebook/Twitter no pasa de ser una mera sucesión de posts, en la que se obedece a la lógica del escándalo mediático del día. Han sido sin duda impresionantes as concentraciones desde Tarhir a Plaza del Sol, pero si estas no se convierten en organizaciones propositivas y eficaces con propuestas positivas se corre el peligro de que eventualmente vuelvan la indiferencia y la apatía. Hay mucha distancia entre la fuerza vinculante de la movilización digamos "tradicionales" y lo efímero de la movilización de las redes sociales. Cierto que la democracia representativa declina, pero las reds sociales solo ofrecen  una falsa sensación de  democracia directa, y eso por no hablar del empobrecimiento (¡¡todavía más!!) del debate político encorsetado en textos de 140 caracteres. 
Más información no significa mayor responsabilidad de los elegidos frente a sus electores si no se encientra formas concretas y positivas para utilizarla Siguiendo con el texto de Morozov, "Twitter demuestra que la gente puede tener mucha información acerca de sus gobernantes y de lo que pasa en el mundo, y al mismo tiempo, pocas herramientas prácticas para mejorar los vínculos políticos y actuar en la transformación creativa del mundo".


No primo, internet y redes sociales deben ser analizadas de forma proporcionada para evaluar la medida de su verdadero impacto en la política y en la democracia sin idealizarlas. Cierto que  han tenido un importante papel en la transmisión de información  antes no disponible, han sido útiles en la difusión de causas globales, han servido para exponer abusos y arbitrariedades en regímenes autoritarios  y son caja de resonancia de una sociedad más transparente. Pero también es cierto que son susceptibles de ser utilizados por manipuladores y autoritarios, que contribuyen a la superficialización del debate y que por si mismas no son capaces de ofrecer soluciones ni propuestas concretas. Para erigir sociedades más democráticas y justas aún se debe recurrir al viejo expediente de la organización. 

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