¿De Dónde son los Escritores?
Ucrania, que apenas tiene 23 años de vida como nación desgajada de la URSS, cree que necesita urgentemente símbolos para reforzar su muy frágil identidad nacional y una de las formas en la que procuran hacerlo es apropiándose de personajes destacados que nacieron en suelo ucraniano, a pesar de que hayan vivido o desarrollado su obra ajenos a los contextos de su país natal.
El caso más emblemático de esto lo presenta el escritor Nicolas Gogol, a quien la joven ha adoptado como símbolo nacional. Por su parte, Rusia defiende que el escritor es suyo no solo porque vivió la mayor parte de su vida en territorio ruso, sino porque escribió en lengua rusa la totalidad de su obra y un escritor “es de la patria de las letras en las que escribe”.
Lo de Gogol es ya todo un incidente diplomático dada la acre rivalidad de Rusia y Ucrania, creciente tras la desintegración de la URSS. Se da la paradoja de que en las escuelas ucranianas se estudiaba hasta hace poco a Gogol como un autor extranjero. Sin embargo, hoy Ucrania clama por su escritor pretendidamente nacional y presenta como prueba principalísima del “ucranianismo” de Gogol la novela Taras Bulba, una de sus obras más famosas, que cuenta una emocionante historia de cosacos ucranianos, exaltación romántica de aquellos bizarros jinetes surcando el "océano verde oscuro" que es la estepa ucraniana en sus interminables guerras con Polonia durante el siglo XVI.
Todo muy nacionalista, muy patriotero pero…. la novela está escrita en ruso. Y es que, a fin de cuentas, Ucrania es, en buena medida y pese a ciertos antecedentes históricos, un país inventado, como tantos hay por doquier en el convulsionado mundo moderno. Es una región llena de ciudades industriales grises y feas herencia de las desmesuras stalinistas de querer construir a outrance una potencia industrial en la URSS. Es famosa por cosas comno las ominosas hambrunas provocadas por la vesania de Stalin en los años treinta, el accidente nuclear de Chernovyl y el tráfico de bellas chicas que son obligadas por individuos sin escrúpulos a prostituirse en occidente. En fin, puras desgracias las que exhibe Ucrania.
¿De dónde es un escritor, del país donde por culpa del azar nace o del idioma en el que escribe? Gogol no es el único caso, muchos escritores famosos han renunciado a escribir en su idioma natal, recuérdese, si no, ni más ni menos al checo Kafka, que escribió toda su obra en alemán. Y, para hablar claro, si el idioma natal es el “ucraniano” la cosa va para peor. Josef Roth, autor de la novela La marcha Radeztky nació en Brody, que no era ni Austria ni Hungría, aunque perteneciera al Imperio de los Habsburgo, estaba en la región de Galitzia, que hoy se divide entre Polonia y Ucrania, pero Roth publicó sus obras en alemán y murió en París. Y cómo olvidar a Joseph Conrad, el genial autor de El Corazón de las Tinieblas, El Agente Secreto, Lord Jim y tantas otras, nacido en la Ucrania ocupada por los rusos con el nombre, nada británico, de Jozef Teodor Konrad Nalecz-Korzeniowski. Se enroló en la Marina francesa y llegó por casualidad a un barco inglés, por lo que aprendió el idioma de Shakespeare, convirtiéndose en uno de los más grandes novelistas victorianos. Nadie ubica al gran Conrad como “ucraniano”, ¿O sí?
Asunto asaz complejo este de determinar la nacionalidad de los escritores y el de los países que, desesperados, buscan asirse a una identidad nacional a como dé lugar. Ucrania haría bien en fortalecer su muy inestable vida institucional antes que en pensar adueñarse de escritores ajenos, digo, si lo que se pretende es consolidar la genuina viabilidad de un Estado independiente.
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