La historia de Bruno Arpinati, anarcoindividualista escéptico y embustero en un mundo absurdo y falaz.
sábado, 22 de enero de 2011
Cartas a la Reina de Corazones 5: Ranavalona I de Madagascar
Reina:
Hasta ahora hemos abordado en estas cartas a reinas heroicas y valientes que han encabezado una férrea resistencia armada de sus pueblos en contra del imperialismo europeo. La reina de hoy también supo defender a su tierra del expansionismo occidental, pero utilizando métodos muchos más crueles e incluso perjudicando considerablemente a su propio pueblo. Los historiadores occidentales la han llamado con epítetos tales como “la Calígula Hembra”, “la Maria Sangrienta de Madagascar (en recuerdo a Bloody Mary, aquella cruel reina británica) y la “moderna Mesalina”, pero sus paisanos tienen un recuerdo de ella más condescendiente aunque, como te digo, también se ensañó con la población indígena. Se trata de la reina Ranavalona I de Madagascar, cuyo kilométrico nombre completo fue Rabododoandrianampoinimerina, de a cuerdo a la costumbre que tienen en este exótico país de ir incluyendo los nombres de los antepasados a los apelativos de la gente. Nació en 1782 en Antananarivo y fue Reina de Madagascar desde 1828 hasta 1861 tras suceder a su marido, Radama I muerto en extrañas circunstancias: envenenado y con el casi seguro concurso de su tierna esposa. A parir de ese momento Ranavalona impuso un terrible reino de terror aunque, te repito, muchos africanos, especialmente la gente de Madagascar, no comparten este punto de vista y mientras reconocen que el suyo fue un régimen autocrático, también la ven como una gobernante que se resistió bravamente a la invasión económica y cultural extranjera.
Mujer diminuta y de mediana edad, lo primero que hizo tras ser coronda reina fue invalidar todos los tratados internacionales que había firmado su esposo con las potencias extranjeras y expulsó de la isla a los no nativos. Los que peor lo pasaron fueron los cristianos. En torno a 1835 movilizó un ejército para perseguirlos. Todos los misioneros fueron pasados a cuchillo y el ejército malgache (que es el gentilicio de Madagascar) ejecutó a todos los que llevaran una biblia o profesaran la fe cristiana en público fueran blancos o negros. Se calcula que alrededor de 150 mil cristianos murieron a manos de Ravalona. Pero la cosa no quedaba ahí, a Su Majestad le encantaba torturar a los reos. Uno de sus métodos preferidos era atar al cautivo a la boca de un pozo y hacer que sus soldados tiraran agua hirviendo, de forma que el líquido fuera subiendo y escaldara vivo la víctima. Los adversaros políticos y aquellos que infringían las draconianas leyes impuestas por la reina no lo pasaron mejor que los cristianos: eran obligados a beber toda clase de venenos que la reina preparaba personalmente, y es que Ranavalona era una fanática de los venenos. Mandaba buscar por su reino las plantas y hongos más mortíferos para elaborarlos ella misma. También obligaba a los reos veneno a nadar en aguas infestadas de cocodrilos. Incluso omitió mostró clemencia con el ejército de esclavos a su servicio. Por pura diversión, una vez eliminó a 10,000 de ellos en una sola semana de festejos dizque pa’ amenizar la pachanga, que se le estaba haciendo muy aburrida. También forzaba a sectores de la población que no simpatizaban con ella a trabajar hasta la muerte en minas y campos, mientras que poblaciones enteras fallecieron de hambre como castigo a alguna impertinencia.
Hay quienes calculan que casi la mitad de la población de Madagascar falleció víctima de la vesania de esta reinita, mientras ella disfrutaba de un estilo de vida excéntrico y disoluto. Se mandó construir un hermoso palacio de la que todavía hay restos. También, por decreto, se consideró a sí misma como una diosa encarnada. Hay un estupendo libo de un autor británico llamado Keith Laider en donde cuenta la fascinante historia de este insólito reinado. En un párrafo de esta obra describe la forma en la que fueron ejecutados unos cristiano: “Los siete cristianos se mantenían en pie unidos bajo el brillante sol, amarrados con fuertes sogas, cantando un himno a su salvador extranjero mientras los lanceros avanzaban. a su alrededor, una muchedumbre de hombres, mujeres y niños, más de sesenta mil, se abría paso a empellones.., aclamaban con entusiasmo cuando las lanzas daban en el blanco y, uno tras otro, hombres y mujeres caían retorciéndose en la tierra arenosa, y su himno se apagaba lentamente sobre los cuerpos que aun se retorcían. En una colina varias cruces se mantenían en alto como mudos testigos, portando sus lúgubres cargas, algunas aun vivas a pesar del día y medio que habían colgado sobre los maderos”
Obviamente, con tanta atrocidad la isla se sumió en el aislamiento. En 1845 una misión anglofrancesa intentó poner fin a aquel reinado de terror, pero fracasó. Tras esta intentona estaba su propio hijo , que pidió a Francia su intervención para terminar con el demencial gobierno de su mamaíta. Las puertas de Madagascar no se abrirían hasta 1861, cuando falleció la reina tranquilamente en su cama. Su hijo, Radama II reinó competentemente y su reinado suplió en alguna medida aquel desastre, pero en Madagascar no se olvidará el gobierno de la reina más sangrienta del siglo XIX.
Según informa el Atlas de The Onion, la comunidad de lémures ocupa el poder político de la isla de Madagascar desde 1965, año que ganaron la mayoría en el parlamento.
Te ama y te extraña mucho tu Osito, a quien se le ve triste y desconcertado
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